A unque el Concilio Vaticano II en 1969 quitó del calendario la festividad de San Valentín, no es menos cierto que el día 14 de febrero se sigue festejando San Valentín, el día de los enamorados que acuñó la ya desaparecida Galerías Preciados para atacar a los bolsillos cuando ya se iban recuperando de las festividades navideñas. Como quiera que sea, en 2014 el Papa Francisco quiso recuperar esa festividad dándole el motivo religioso que siempre tuvo y con el lema “La alegría del sí para siempre” reunió en torno a él a veinte mil parejas de novios.
Francisco fue el primer papa en festejar San Valentín. El Pontífice siempre atento a las tradiciones populares es defensor de la familia tradicional, como fundamento de la promoción humana y de la estabilidad social. Los cronistas religiosos dicen que hubo algo de lógica en esta iniciativa vaticana; seguramente es un intento de recuperar el sentido primigenio de una fiesta que, cabe recordar, tiene un origen religioso ya que San Valentín, patrono de los enamorados, fue un obispo del siglo III, que, desafiando una prohibición del emperador romano Claudio II, casaba a parejas jóvenes a escondidas.
Fue encarcelado y martirizado el 14 de febrero de 270. Muchos años más tarde, en el 495, y para contrarrestar las fiestas paganas de los romanos, llamadas Lupercales, dedicadas al amor y la fecundidad, el papa Gelasio I decidió reivindicar el día de San Valentín. Un día para reivindicar tal vez la unidad de la familia tan desgastada en los últimos años, para ofrecer una rosa como antorcha de un amor que no se apaga así pasen los años, porque el amor es solidaridad, cariño, comprensión, pasión, montar y desmontar ilusiones, darse sin esperar nada a cambio, saber pasar las montañas de las dificultades y saber encontrarse en la arena de la entrega del uno al otro y viceversa. El amor es aquel que sabe sortear tormentas y encontrar el sol que le espera un poco más allá. Sol y tormentas unidos para hacer que la convivencia fluya y que el amor perdure en los tiempos desafiando malos entendidos, malas intenciones y malos momentos y encontrando siempre la luz que enseña el camino.