Hablaba días atrás con un amigo que hace ya varios años que dejó de trabajar en Jerez, bueno en Jerez y en cualquier otro sitio porque desafortunadamente lleva ya varias decenas de meses en el paro, y me refería que vino días atrás a la ciudad para tratar algún tema burocrático y se topó con aquel edificio que, en la llamada avenida Reina Sofía, se iba a convertir en el nuevo Palacio de Congresos.
Esa es la imagen del deterioro en que se ha sumido Jerez en los últimos años, desde que la burbuja inmobiliaria estalló y proyectos tan ambiciosos como los que se iban a llevar a cabo en las antiguas bodegas Croft terminaron por dormir el sueño de lo imposible, como finalizaron los deseos de un Palacio de Congresos que fuese el padre de todos los congresos que en nuestra provincia iban a celebrarse, como se enterraron los papeles para la construcción de esa Ciudad del Flamenco que iba a ser el motor de enganche de ese casco viejo que, de momento, solo parece destinado para que se programe la realización de una película bélica ya que no habría siquiera que destruir edificios, ya están destruidos.
Sueños y sueños que se desvanecieron con el fin del ladrillo, ese ladrillo que era el que sustentaba a una ciudad que se acogía en exclusividad a los arranques de motor que se propiciaban desde la calle Consistorio, donde, incluso, fíjense, se vanagloriaban de que el Ayuntamiento era la primera empresa de Jerez, con lo que de negativo tenía ello para la propia personalidad de la ciudad y para las propias arcas municipales como bien ha quedado refrendado en los últimos años y lo que te rondaré.
Jerez ha ido perdiendo esos brillos que tuvo a comienzos de siglo, brillos que obviamente no eran reales y la vuelta a la realidad desde hace años está siendo dura, tan dura como ver edificios como el que está frente al Santander de Plaza del Arenal vacío, o el antiguo de Almacenes San Carlos, o el Jerez Plaza, o esa calle Francos sin comercios que fueron emblemáticos o esa calle Algarve con la antigua Garve o la sucursal de la añeja Caja de Ahorros de Jerez esperando quien ose comprar el local o tanto y tantos otros que solo recuerdan lo que fue la antigua Milla de Oro.