En un artículo de despedida al diputado de su formación, José Luis Serrano, que usted escribió, afirmaba que “Andalucía está desmemoriada de sus victorias y de sus derrotas. Enajenada de su identidad como pueblo”. ¿A qué victorias se refiere?
—Hago referencia al 4 diciembre y al 28 de febrero. Nosotros presentamos una proposición no de ley en el parlamento de Andalucía, que se aprobó, pero que creo que no se entendió, donde se hacía referencia a la necesidad de salvaguardar el patrimonio constitucional andaluz. Nos referimos a que nosotros defendemos que el 4 de diciembre del 77, los andaluces exigieron su derecho a derecho. Es decir, que en el debate territorial, Andalucía fuera considerada como las de primer nivel. En la constitución que se estaba elaborando, había comunidades que iban a ser consideradas comunidades históricas, Andalucía votó el 28 de febrero en referéndum ser considerada comunidad histórica. Andalucía es la única comunidad que plebiscitó su autonomía, aparte de las históricas. Hemos sido los andaluces y lo hemos sido por mérito propio. Entonces entendemos que cuando se vuelve a abrir el debate territorial nosotros deberíamos estar retrotrayéndonos a las victorias ya conseguidas, al terreno ya conquistado. Si se va a abrir un debate sobre haciendas propias, deberíamos estar cogiendo la bandera de Andalucía y no la bandera de España, y no refugiarnos en un revisionismo del 28 de febrero que hace la lectura de este día como le día en el que los andaluces salieron a defender la unidad de España, cuando eso no fue así.
¿Qué otras victorias han venido desde la consecución de ese Estatuto de Autonomía?
—Seguramente la parte más significativa y está en crisis son los derechos sociales. De lo que más orgullosos se sienten los andaluces es sin duda de su sanidad y de su educación. La dependencia nunca llego a ser un derecho en Andalucía y los servicios sociales tampoco. Creo que estamos en un momento en el que el conjunto de derechos sociales está en peligro, hay una percepción por parte de que los andaluces de que se echa más tiempo en las consultas de atención primaria que hace unos años. En esa mentalidad que nos dice que el tiempo siempre nos hace avanzar, ha habido un parón un retroceso.
Y cuando habla de derrotas, ¿a qué se refiere exactamente?
—La gran derrota histórica de Andalucía ha sido no tener un modelo productivo propio y no lograr salir del desempleo estructural de Andalucía. No lo hemos hecho. Jamás se ha llegado a conseguir. Ahora tenemos más parados y aportamos menos a la renta nacional que en el año 81. Entonces se aprueba el Estatuto de Autonomía donde el principal objetivo de la autonomía andaluza es conseguir un modelo de desarrollo propio que nos coloque al primer nivel en términos económicos. Si hablamos de pelear por la autonomía en el siglo XXI es pelear por la autonomía y la soberanía económica. No nos referimos tanto a la relación jurídica con el resto del Estado. Entendemos que en ese sentido, hay satisfacción por parte de los andaluces, ese estar en un primer nivel de competencia, tener parlamento, tener estatuto aprobado por referéndum, tener plenas competencias en sanidad y educación.
¿Cree que esas derrotas han situado en estos 30 años a Andalucía como una comunidad periférica en el conjunto del Estado? ¿A qué cree que se debe?
—La situación periférica de Andalucía no puede ser solo una cuestión de latitud. Históricamente la economía andaluza es en sí subordinada y dependiente, y lo es desde lo más primitivo, que es el reparto y la estructura de la propiedad de la tierra. Tenemos la misma estructura de propiedad que en el siglo XVII. No ha habido una reforma agraria que nos quedaba pendiente con la cual poder repartir la tierra no solo por una cuestión de justicia sino de productividad, es decir, convertirla en una locomotora de desarrollo, y socializado en lo máximo posible. Frente a eso hemos tenido terratenientes rentistas. Pero hasta hoy. Eso no es un discurso del pasado. Es la misma estructura, igual que aquellas en las que se les regalaba a los nobles lotes de tierra por participar en la reconquista. Y partiendo de ahí, hemos tenido un modelo subvencionista, los índices de bienestar precario en Andalucía han venido de la mano del reparto de subvenciones de fondos europeos.
¿Existe una identidad andaluza sólida y bien configurada? ¿Cree que se ha disuelto?
—No creo que la identidad andaluza este disuelta. Los andaluces valoran mucho su forma de vida, pero el reto está (y es un reto de las fuerzas políticas) sobre cómo señalar y definir muy bien cuáles son las tareas que, como pueblo, tenemos pendientes. Creo que es útil en ese sentido: es una identidad emancipatoria. Recuperar el andalucismo en ese sentido, en el sentido de hacer balance de las tareas que se quedaron pendiente en el 81 y ponerlas de actualidad.
¿Piensa que la identidad ha sido “secuestrada”? ¿Por quién?
—La sociedad ha cambiado y el andalucismo se ha institucionalizado mucho, es verdad que el PSOE ha tenido su labor a la hora de disolver de algún modo la identidad en Andalucía y de identificar que el cumplimiento de las tareas de la autonomía estaban hechas y que, por tanto, no era necesario reivindicarlas porque, al fin y al cabo, recoge el conjunto de la responsabilidad y de las tareas que ellos han venido realizando en los 38 años que llevan gobernando en nuestra tierra. Entonces, reconocer que hay tareas que no se han emprendido, como el empleo, la verdadera razón de por qué el empleo es un pozo oscuro, suponía reconocer su propia incompetencia. Por eso ha habido un esfuerzo por diluir la identidad andaluza que pide tierra, empleo, soberanía en un sentido material. Uno puede ser propietario de un coche, pero si no tiene gasolina, es como si no lo tuviera. Andalucía puede tener las suficientes competencias como para desarrollarse plenamente, pero si no genera su propia riqueza y la conserva y la reparte, no sirve de nada. Esa tarea no se ha hecho. Al PSOE no le interesa reconocerlo.
¿Qué papel cree que ha jugado el Gobierno de la Junta en estos 38 años?
—Al máximo al que podemos llegar los andaluces es a lo que el PSOE en Andalucía nos ha conducido. Les molestamos tantísimo (Podemos) porque les recordamos primero lo que fueron y segundo lo que no han hecho a lo largo de 38 años. En ese sentido es como tener un pepito grillo permanentemente en la oreja. Antes lo tenían fuera de los muros de esta casa, y ahora lo tienen dentro del pleno, y eso es muy molesto. Nuestro reto es arraigarnos a ese hilo verde y blanco de la historia que nos proporcione la capacidad de recuperar ese impulso y convertirlo en un impulso de nuestra época, de nuestro. En una Andalucía que tiene fundamentalmente los mismo problemas que hace 34 años: inmigración, desempleo, el empobrecimiento de la ciudadanía, y con unos niveles de marginalidad más altos que entonces… Y ponerlos de actualidad.
¿Cómo es la Andalucía de hoy y en qué se diferencia de la Andalucía de hace 38 años?
—Hoy tiene más expectativas. Eso es muy positivo. Las cosas no son ahora como eran hace 38 años, especialmente, por dos cosas concretas que son educación y sanidad. Pero además el andaluz tiene sus expectativas truncadas. Los andaluces son conscientes de que hemos hecho un parón en el progreso de nuestra tierra y estamos dando pasos hacia atrás. Somos conscientes cuando vemos a nuestros hijos haciendo el mismo ejercicio de abandono de nuestras vidas que hacían nuestros abuelos. Somos conscientes cuando los servicios públicos son espacios de estrés y saturación de los profesionales para mantener a duras penas la calidad y sobre todo por las cifras que no son tan visibles, como que el 51% de los niños están en riesgo de pobreza y exclusión en nuestra tierra. Hay que retomar las tareas y repensar Andalucía.
¿Qué diferencias encuentra entre la Andalucía que veía cuando aún no estaban dentro del Parlamento y la Andalucía que se ve desde dentro del Parlamento?
—Todas. El mundo real está ahí fuera y aquí dentro hay un mundo de ficción que guarda relación con una representación de papeles de cinco actores que buscan obtener mejores resultados en las siguientes elecciones. Nosotros hemos encontrado muy pocos espacios de colaboración mutua. Muy pocos. Pero seguiremos trabajando para crear esos espacios. El ultimo varapalo, la ley de emergencia habitacional que presentamos la pasada semana y donde no ha habido ni siquiera voluntad de tramitarlo. Es un problema evidente, de una Andalucía que esté a la cabeza de los desahucio y de pobreza energética. La experiencia está siendo muy decepcionante. Pero cuando nos sentimos más útiles es cuando nos sentimos un enlace entre la sociedad civil organizada de fuera y la institución. Ahí es donde nos sentimos útiles. Es la parte más útil de lo que hemos hecho hasta ahora.
La gente puede pensar que para qué está sirviendo el parlamento entonces
—Para hacer leyes. Nosotros hasta ahora llevamos siete presentadas. Y esta última nos ha dolido especialmente porque esta ley se aprobó con unanimidad de todo los grupos en el Parlament de Catalunya. Por Albert rivera que estaba en aquel parlamento. Y aquí quizá éramos incluso más potentes cuando estábamos movilizados fuera del parlamento que ahora que estamos dentro de las instituciones. Porque entonces ningún diputado se atrevía a votar en contra porque pactaba las cosas en la calle, las había movilizado y se había ganado la complicidad del conjunto de la población. La inmensa mayoría de los ciudadanos estaba de acuerdo con las acciones de PAH. Con parar desahucios, una cosa que en principio puede ser ilegal, pero se habían ganado el acuerdo del conjunto de la población. En ese contexto de entonces, que fue hace un año y pico, costaba mucho que unos diputados votaran en contra de la tramitación y la aprobación de una ley. Ahora que ya no hay movilización en la calle y nos hemos esforzado por entrar en las instituciones, de repente nos encontramos con que tenemos menos herramientas para sacar adelante las medidas que entonces reclamábamos. Es curioso. El aprendizaje cuál es: que hay que estar en las instituciones pero que no hay que dejar la calle.
En el debate territorial que actualmente hay sobre la mesa, ¿qué configuración cree que sería más beneficiosa para Andalucía?
—Estamos reflexionando sobre esto de un tiempo a esta parte. Creemos que el modelo federal es el más apropiado, no solo para Andalucía, sino para toda España. España es como una naranja, aparentemente uniforme por fuera, pero por dentro llena de gajos. Pero es importante convertirla en un racimo de uvas. Si se abre ese debate sobre el federalismo, nosotros lo que si queremos es no empezar desde cero, sino desde donde nos quedamos cuando conseguimos el referéndum el 28 F y convertirnos en una nacionalidad histórica en ese sentido. Ese es nuestro esfuerzo, por eso presentamos aquella PNL y por eso estamos discutiendo tanto con el PSOE que ahora se esfuerza tanto, y creo que fue por la coyuntura concreta de evitar un pacto con Podemos, en defender la unidad de España, frente a las propuestas que se hacen de referéndum o de consulta.
¿Solucionaría de por sí un modelo federal los problemas de Andalucía?
—El estado de las autonomías está en crisis per se. No es algo que nosotros hayamos provocado ni hayamos deseado. Es una realidad que arrastramos desde hace 30 años. Es una tarea pendiente de la transición, cuando no se quiso abrir totalmente ese debate por miedo a la inestabilidad o por lo que fuera. Esta realmente en crisis. Es una evidencia. Y si se abre ese debate, entiendo que nos toca coger la bandera de Andalucía. Lo otro es una tarea pendiente desde hace mas de 30 años y lo va a seguir siendo al margen de la discusión jurídica o territorial, debatir sobre cómo conseguir una forma de funcionar en Andalucía que garantice unos niveles mínimos de satisfacción material más básica para los andaluces.
EL PSOE Andaluz lanzará una consulta entre sus ayuntamientos y diputaciones sobre el posicionamiento de estos con respecto a la unidad del Estado. ¿Consideran esto un órdago para su formación? ¿Qué postura mantendrán?
—Nosotros ya lo hemos dicho muy claro y no va a ser ninguna sorpresa. Lo hicimos cuando con el mismo discurso el PP presentó una PNL en el parlamento andaluz donde se hablaba de la defensa del parlamento de la unidad de España y del estado de derecho decían ellos, mezclando churras con merinas. En aquellos momentos, José Luis Serrano le dio vapuleo al PP que fue de órdago. Nuestra posición es exactamente la misma, entendemos que cuando se abre el debate territorial, que no es deseo nuestro ni invento nuestro, sino que es una realidad evidente, lo que toca es hacer inventario de las necesidades que tiene tu propia tierra. Si de verdad tu eres Andalucía, coger la bandera de Andalucía. Y en segundo lugar, me parece muy grave y esto es una práctica habitual en Andalucía que es autoafirmarse por la vía del enfrentamiento con Cataluña y del enfrentamiento con Andalucía. Los dos, Duran i Lleida, cuando hablaba de los andaluces gastándose el per en el bar o Susana Díaz hablando del café para Colau, el problema de los andaluces ahora resulta que va a ser el nivel de relación que va a tener Cataluña con el resto del estado, es la misma técnica. Utilizar el anti catalanismo para autoafirmarse, igual que el anti andalucismo lo hace en Cataluña.
Por otro lado, hay un discurso, que no termina nunca de dejarlo claro, que es el siguiente: ellos trasladan la idea de que incluso imaginémoslo, si Cataluña sale de España, Andalucía sale perjudicada. ¿Están queriendo decir que Andalucía depende de Cataluña para sufragar sus servicios públicos, y que en 38 años no hemos sido capaces de sufragar nuestros servicios? ¿Están queriendo decir que Cataluña no puede salir de España porque Andalucía la necesita? No lo quieren decir porque eso implica reconocer su propia incompetencia. Porque han gobernado en solitario durante 38 años y no han sido capaces de generar la autonomía real y un modelo sostenible y autónomo de nuestros propios servicios. ¿Por eso los catalanes no se pueden ir y por eso los tenemos que agarrar? El debate no es Cataluña. El debate no es ese.
En Podemos se habla mucho de la “segunda transición”, pero en esta “segunda transición” no parece que se esté viendo un empuje similar al del 4 de diciembre. ¿No se identifica ahora la demanda de libertad con la bandera andaluza?
—Lo que hay es una demanda de más democracia. Eso es lo que hubo el 15 M y el movimiento del 15 M pedía una democracia real que fuera más allá de lo meramente representativo, sino que se refería a dejar de ser mercancía en manos de políticos y banqueros.
La aspiración de democracia y de democracia económica, tiene mucho que ver con aquello. Por eso yo entiendo que es siempre positivo para iniciar un proceso de cambio, echar la vista atrás y buscar un acontecimiento desde el que poder recomenzar para no comenzar permanentemente desde un punto cero. Por eso nosotros estamos haciendo un esfuerzo dentro de la dinámica de la que formamos parte, que es la del 15 m y las mareas, tratar de mirar un poco más atrás y recuperar lo que otros ya reivindicaron y pusieron sobre la mesa, y se movilizaron y consiguieron para no empezar siempre de cero.
¿Teresa Rodríguez se siente más andaluza o española?
—De entrada me siento más andaluza, pero me siento más andaluza no porque sea exactamente nacionalista. Yo no soy nacionalista a pesar de que vengo de una familia que era del Partido Andalucista y en mi casa siempre se ha vivido mucho el andalucismo. Me siento andaluza porque creo que mi vida tiene más en común con la gente de mi entorno más cercano, en mi forma de expresarme, de ver el mundo… Andalucía es como respirar. Como decía Paco de Lucía con el flamenco. Para nosotros, Andalucía es como respirar. Es nuestra forma de ver el mundo. No nos hace ni mejores ni peores, pero nos hace ser diferentes. Tenemos algo en común.
¿Cree que Podemos Andalucía está en disposición de encarnar ese sentir andaluz y canalizar políticamente los problemas de Andalucía?
—Hay mucha identidad de Podemos Andalucía. Depende de con quién hables porque en Podemos Andalucía hay muchas almas. En Podemos y en Podemos Andalucía. Y algunas también de alguna manera, siguiendo la senda marcada por José Luis, que ha tenido un impacto muy potente en la configuración ideológica de Podemos Andalucía, y además se nos ha ido tan rápido, que nos ha dejado una necesidad urgente de rellenar un vacio de continuar reflexionando sobre Andalucía. Estábamos dispuestos a asumir el reto de representar a Andalucía, porque entendemos que Andalucía aporta y no resta en ningún caso.