El Demeter es el barco en el que el
conde Drácula hace su travesía desde Rumanía hasta Londres.
Bram Stoker le dedica uno de los capítulos de su célebre novela a partir del registro del diario de a bordo, en el que el capitán del navío va relatando la muerte de los integrantes de su tripulación bajo circunstancias horribles.
Buena parte de las adaptaciones cinematográficas, desde el
Nosferatu de Murnau hasta el
Drácula de Coppola -sin olvidar la magnífica versión de
John Badham- recrean de forma resumida y con notable acierto las circunstancias del trayecto, ampliadas ahora en formato de largometraje a través de
El último viaje del Demeter, una interesante aunque insustancial película que recrea y fantasea, a partir de lo explícito en la novela, con lo ocurrido durante las cuatro semanas que discurren hasta que el barco termina encallando en la costa británica sin supervivientes a bordo.
Dirigida por el noruego
André Øvredal, especializado en el género de terror y responsable de la más que correcta
La autopsia de Jane Doe, su propuesta parte de un excelente diseño de producción en el que sobresalen la escenografía, el buen uso de la fotografía y parte de su puesta en escena, aunque no en lo esencial, en lo relativo al relato terrorífico de cuanto les va sucediendo a las personas a bordo.
En este sentido,
Bragi F. Schut y Zak Olkewicz, autores del guion, se toman algunas licencias argumentales a la hora de incorporar el personaje de una chica rumana raptada por Drácula y el del nieto del capitán, con el objetivo de ampliar la trama y condicionar al espectador, pero el filme termina convertido en una rutinaria sucesión de ataques nocturnos por parte de un vampiro completamente deshumanizado y de monstruosa transformación que, en ocasiones, recuerda a Gollum con colmillos.
De hecho, todo lo que cuenta resulta más interesante durante las horas del día que cuando, en teoría, debe desplegar su supuesto y terrorífico suspense, que no es tal y, además, queda en muy mal lugar frente a los tres precedentes cinematográficos ya reseñados. Hay otro inconveniente, de carácter argumental: ya sabemos cómo acaba la historia, de ahí que se eche en falta más inventiva para enriquecer el atractivo de la narración. Puede que a los que no conozcan nada del Drácula de Stoker les sorprenda y atraiga como buena película de serie B, pero a la inversa se queda a medio camino a falta de mayor entusiasmo.