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Ojo con la ‘papa’

Sin hacer apología del alcoholismo, mi amigo barrunta la posibilidad de no rechazar los caldos que el dios Baco le ofrezca estos días

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  • Una estampa de la Feria del Caballo. -

Tengo un amigo íntimo que encara la llegada de esta Feria con unas ansias inusitadas. Recientemente, me recordaba que hace un año, por mor de los avatares de la suerte, su ojo izquierdo le dejó sin pisar el Real.

Y no, no hablo en sentido figurado en este caso. Mi compadre no era un experto en demoscopia al servicio de ninguna fuerza progresista – también podría haber cuadrado ese relato-. Simplemente, tuvo la mala pata de verse afectado por una dolencia malaje con un nombre también malaje: un absceso corneal.

De repente, tras una primera visita al hospital, se miró frente al espejo y se dijo a sí mismo que ese ‘gachó’ con toda la cara de Forest Whitaker en ‘Mentes Criminales’ no iba a tener ninguna prisa por ir a recoger las americanas de la tintorería.

Por tanto, progresivamente empezó a echar de menos todos esos elementos que se dan cita en el Hontoria por esta época y de los que siempre ha renegado con altanería por no considerarse feriante por encima de otras cosas.

Las profusas flores rojas de las flamencas fueron sustituidas por un derrame del mismo color que abarcaba toda su esclerótica. No se dilataron las noches en torno al albero, mas sí su pupila y durante semanas; de mirarla cara a cara ni hablamos, pues ese semblante de Terminator con gafas de sol de tipo duro no era capaz de encajar ni en la más conflictiva etapa de la recuperada Caseta de la Juventud.

Pudo quedarse sin visión. Así se lo comentó una de las doctoras del magnífico equipo médico del servicio de Oftalmología, gracias a cuya profesionalidad mi camarada a día de hoy es sólo un ‘gafotas’ con ganas de farolillos.

Y en base a ese anhelo, me relata que no quiere hacer apología del alcoholismo, pero que está barruntando la posibilidad de no poder rechazar los caldos de nuestra tierra que el Dios Baco le ofrezca estos días. Esos que normalmente metaboliza sin problemas… si la cosa no se complica, ya que hay circunstancias en las que es capaz de bailar una sardana, tocar con maestría la caña rociera y deambular cual si fuera a lanzar una jabalina.

Así pues, en caso de que se cumpla este último supuesto, sólo desea que no haya ningún entrometido que, móvil en ristre, quiera propagar unas risas a su costa. Después de todo, si el año pasado no logró quedarse ciego, nada nos puede asegurar que este año lo vaya a conseguir. Además, de la única #papagorda de la que querría saber a esas instancias sería de una de esas rellenas de los puestos, que sin duda son un remedio mágico para todo lo anterior.

 

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