Alegría, el nombre de su último trabajo discográfico tras más de 30 años de trayectoria, se queda corto para describir la noche que
Sergio Dalma regaló al público en su concierto en el
Tío Pepe Festival de la
Bodega Las Copas de Jerez.
El cantante de 58 años de Sabadell lo avisó anoche nada más pisar el escenario. Venía dispuesto a “dar mucha alegría”. Tenía tantas ganas de volver a Jerez, que había llegado un día antes para “empaparme de la belleza de su gente”.
Y sabe bien de lo que habla. Es veterano en esta cita -ya estuvo en 2018 en el Patio de la Tonelería de González Byass- y de nuevo fue artífice de una noche para el recuerdo en la que contagió a todo el público de una energía positiva y arrolladora con la consiguió que dejasen atrás la pandemia, la inflación y los problemas personales para liberar la mente y dedicarse a cantar y a bailar sus grandes éxitos durante dos horas.
“Buenas noches Jerez. Estoy muy feliz de volver a estar en el Tío Pepe”, decía sobre las tablas tras comenzar su espectáculo con Suerte, Gigantes, La Vida, pertenecientes a su nuevo disco. Desde ese instante, prometió una noche “más mágica que la de San Juan” tras interpretar el tema más conocido de su nuevo trabajo (La noche de San Juan), y con el que levantó por primera vez (de muchas) de sus asientos a todo el personal para bailar y cantar al unísono. También lo había pedido encarecidamente al inicio de su espectáculo: “disfruten como quieran, pónganse de pie, agárrense, bailen…pero disfruten”.
Sus deseos fueron órdenes. Y ojalá todas las órdenes fueran como las suyas. En ese momento dio paso a la parte más íntima del concierto en un formato más acústico para recuperar éxitos sin los que no podría entenderse su carrera con como Solo para ti, Esa chica es mía, el tema con el que lo conocimos por primera vez en 1989, y baladas italianas como Jardín Prohibido de Sandro Giacobbe o la Estación de los Amores de Franco Batiatto. A ellas se unieron otros clásicos como Te Amo y El Mundo, también de grandes maestros italianos que nadie versiona como él y que en su día recuperó en su trilogía Via Dalma. “¡Qué bonito hijo!”, le gritaba una seguidora.
Con Maldita Ironía llegó una de las anécdotas de la noche en forma de apagón. Apenas fueron dos minutos de un problema técnico y nunca estuvieron mejor aprovechados. Mientras se solventaba, una fan aprovechaba para acercarse al escenario y entregarle un ramo de flores, mientras llegaban las palmas por bulería, a las que el cantante catalán respondía con una pataíta, antes de seguir con el tema a capela.
“Estas cosas pasan. Ya hemos roto el hielo”. Ya estamos a gusto; ya podemos tutearnos” dijo con humor. A partir de ese momento, fue complicado quedarse sentado. Tras Imaginando llegaba otro de los momentos de la noche, Sergio Dalma no dudaba en bajarse del escenario para darse un baño de masas perdiéndose entre el público mientras les cantaba Fuego en el alma, saludando y haciéndose selfies como podía con sus fans. Unas fans que venían desde “toda Andalucía”, que empezaron con él “siendo niñas” y que “ahora vienen con las hijas”.
Era complicado guardar la compostura y con Donna, ya con el cantante catalán sobre el escenario, sus incondicionales seguían bailando a pie de pista (se echa de menos cada vez más en este festival para este género) delante de las butacas.
Con La vida empieza hoy, otro de sus himnos más vitalistas, se desataba la locura antes de cantar Galilea, otro de sus temas más esperados y tarareados, y con el que se despedía antes de los bises. “¡Sergiooooo, Sergiooo!, gritaba un público entregado a su ídolo, que no les hizo esperar y reapareció para darlo todo con el resto de imprencindibles de su carrera. Y es que nadie se va de un concierto suyo sin que suene Bailar pegados, con el que todos viajamos a la Eurovisión de 1991, cuando comenzaba la carrera de Josep Capdevilla, su verdadero nombre.
Después vinieron otras versiones que también ha hecho ya suyas como Será porque te amo, Mamma María y Yo no te pido la luna. Hasta allí llevó a todos, hasta la luna, con una despedida que supo a Gloria, el tema elegido para cerrar dos horas de música en directo y una sonrisa difíciles de olvidar.