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Jaén

Espera un poco, un poquito más

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Congresos, cónclaves, conferencias, convenciones… Mamotretos orgánicos inconmensurables con los que los grandes partidos cubren las apariencias, sientan las bases teóricas de lo que ya está previamente acordado, escenifican debate interno cuando en realidad todo está preparado, concebido, de cara al exterior, a la galería, a la opinión pública, merced a los medios de comunicación de masas que cubren la cita. El PP de Rajoy, con Aznar distante, silente, ausente, Vox naciente, hiriente, y Mayor Oreja, renunciando en tono displicente, borrándose inelegantemente de la cabecera de cartel de las inminentes elecciones europeas de mayo, no tuvo más remedio, este pasado fin de semana, en Valladolid, que situar en el horizonte cercano de la ciudadanía que paga impuestos directos en este país, en apenas un año, una importante –aunque gradual- rebaja tributaria, fiscal. Para recobrar la confianza del capital no les cabe en la cabeza otra receta que la disminución de la presión impositiva, con renovado repertorio de exenciones, dispensas y amnistías.
Entretanto, en la maltratada acera de enfrente, la del gasto social, la fe de los gobiernos en los recortes genera a diario dramas de carne y hueso en materias tan desatendidas por el gran capital como la sanidad, la dependencia y la educación. Para colmo de males, la reforma del aborto de Gallardón, lejos de rearmar espiritualmente al electorado afín, lo sume en disquisiciones penosas, agravadas por la crisis económica: El Ministerio de Justicia cree que la nueva ley del aborto —que solo permitirá la interrupción del embarazo en caso de violación o grave peligro para la salud de la mujer— tendrá un “impacto neto positivo” en la economía, porque derivará en un incremento de la natalidad. Pirueta insuperable. Obligar a mujeres a criar hijos no deseados contribuirá al despegue de nuestra economía. Argumento detestable hasta para hacer un chiste si reparamos en la estadística vigente de malnutrición infantil.


En semejante encrucijada, ya entenderán ustedes que la prioridad de Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal  y el resto de la cúpula de Génova no sea la llegada, más o menos inmediata o retardada, de Javier Márquez –Cuqui para los amigos- a la alcaldía de Jaén. Primero, el candidato al parlamento europeo, cuya concreción podría provocar una pequeña crisis de Gobierno, en el supuesto de que el ‘número uno’ termine siendo Arias Cañete, actual ministro de Agricultura.  Arias Cañete prefiere placearse por Estrasburgo y Bruselas -¿comisario europeo?- antes que afrontar el envite del peliagudo ruedo andaluz. Pero una remodelación del Ejecutivo Rajoy permitirá despejar varias incógnitas a la vez. El malagueño Moreno Bonilla, por ejemplo, secretario de Estado de Servicios Sociales, aspira a reemplazar a su jefa, la denostada Ana Mato. Incluso Javier Arenas puede volver a ser ministro.


Arenas, ante la renuncia de su sustituto en Andalucía, Zoido, propuso al jefe Mariano que el nuevo líder del PP-A fuese el gaditano Antonio Sanz, colocando en la secretaría general al costasoleño Elías Bendodo. Cospedal, declarada antagonista de Arenas Bocanegra, se opuso tajantemente a la idea, bajó a Jaén, reunió a la Interparlamentaria, y dejó en el tejado de Zoido, el todavía presidente regional, la búsqueda de una fórmula que generase mayor consenso entre los barones territoriales. El bueno de Juan Ignacio, líder a palos, propuso como alternativa a su ‘número dos’, José Luis Sanz, y éste se encargó de buscar a un compartiere acreditado para la sala de máquinas de San Fernando, sabiendo de antemano que de Sevilla, Málaga, Córdoba –la opción Nieto- y Cádiz no podría salir. En esas, justo entonces, cuando el alcalde de Tomares se reúne en Jaén con la dirección provincial del PP, sale a la palestra el nombre de José Enrique Fernández de Moya.
Colaboradores de De Moya filtran el codiciado destino que aguardaría a su superior. Me moriría si te vas. Antonio Sanz y Javier Arenas mueven Roma con Santiago, en contra -no contra José Enrique, por supuesto, mero complemento indirecto o circunstancial de la operación ‘José Luis Sanz’-. Espera un poco, un poquito más. El objetivo era ralentizar la toma de decisión por parte del presidente Rajoy. Y, hasta la fecha, el fin de semana de la Convención Nacional de Valladolid, cuando menos, lo han conseguido. ¿Arias Cañete o Gallardón, a Europa? ¿Sanz o Sanz, en Andalucía? Ni unos ni otros. Que, a estas alturas, pueda ser cualquiera, demuestra el momento de desconcierto al que asiste, hoy, el marianismo. Mañana, seguramente, lo mismo. Espera un poco, un poquito más, para llevarte mi felicidad.

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