En un principio se esperaba que Berlusconi abandonara ayer el centro hospitalario, pero los doctores que le atienden, entre ellos su médico personal, Alberto Zangrillo, decidieron dejarle un día más bajo observación puesto que persisten los dolores y todavía se alimenta con dificultad.
A pesar de este aplazamiento, el jefe del Gobierno italiano sigue “determinado a continuar con su acción gubernamental y política y sigue concentrado en este objetivo”, aseguró Zangrillo al difundir el último parte médico.
Zangrillo manifestó que Berlusconi presenta un edema en el rostro y que los dolores del cuello, a raíz del golpe sufrido, se han agudizado en las últimas horas y comentó que el primer ministro tendrá que abstenerse de asistir a actos públicos durante al menos otros quince días.
Berlusconi aceptó de “buen grado” la decisión de aplazar su salida del hospital, según relató su médico, que explicó que el mandatario “es consciente de la gravedad del trauma sufrido” y de este modo “se siente más tranquilo”.
Su presunto agresor, Massimo Tartaglia, de 42 años, que desde hace diez años está bajo tratamiento psiquiátrico, permanecerá en la cárcel de San Vittore de Milán después de que la jueza Cristina di Censo ratificara ayer su arresto y la prisión cautelar aplicada tras el ataque del domingo.
La magistrada denegó la petición de los abogados defensores de Tartaglia de trasladarlo a un hospital psiquiátrico ante sus condiciones mentales, aunque estableció un seguimiento psicológico continuo del detenido.
En el ámbito político, el clima se ha serenado, después de que el presidente de la República, Giorgio Napolitano, hiciera un llamamiento a la calma y diera un toque de atención sobre la falta de cohesión que existe en la política italiana.
Los últimos días han estado marcados por la tensión y por las acusaciones cruzadas entre los parlamentarios de la mayoría en el poder y los de la oposición, por establecer quién es el “responsable del odio” que, según los aliados de Berlusconi, llevó al ataque del domingo.
Un día a día que el jefe del Gobierno ha seguido muy de cerca desde el hospital.
Ayer, como ha hecho todas las mañanas desde que fue hospitalizado, Berlusconi se levantó temprano y pidió los periódicos y la revista de prensa para ver la evolución del enfrentamiento político, a pesar de haber pasado una noche agitada debido a los dolores que sufre en el cuello, según dijo su portavoz, Paolo Bonaiuti.
En la madrugada de ayer en el hospital de San Raffaele se registró un nuevo incidente relacionado con el mandatario cuando un joven italiano de 26 años fue interceptado mientras intentaba acceder al séptimo piso del centro donde está internado Berlusconi.
El joven, que según la Policía presenta evidentes problemas psicológicos, aseguró al ser interceptado que tan sólo pretendía “saludar” al primer ministro.
Berlusconi ha recibido estos días numerosas muestras de apoyo, entre ellas la del jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y la del presidente francés, Nicolas Sarkozy, así como de la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien telefoneó anteanoche para interesarse por su estado.