Tuvo detractores y tuvo defensores, la mayoría con el buen humor y el respeto por bandera, pero lo que de verdad ha revolucionado la red ha sido la petición de Facua de que se retire por ser “ilegal” y usar a las personas como “hombres-anuncio”.
A favor de la campaña en la red: su originalidad, aunque si algo destacó en los comentarios fue la sonrisa que más de uno despertaba: que si dónde están los botellines; que si ya notaban a Gambrinus más delgado; como las lleneis no vamos a ganar para escayolas; que si volvemos a los carros con mulas para los repartos; pata negra mejor que el jamón; y un sinfín de comentarios apoyando la idea.
En contra: horterada, catetada, desastrosa o increíble eran algunos de los comentarios de los detractores, casi divisibles en tres grupos claros. Los que estéticamente no les gustaba; los que materialmente lo veían un estorbo por muchos motivos; y los que no estaban de acuerdo con el uso de una bicicleta pública para una campaña publicitaria (porque es una bebida alcohólica o por tener que llevar la marca de alguien pagando el servicio), comentarios que derivaban muchas veces en críticas a los carriles bicis y a algunos servicios públicos, no sólo de Sevilla.
Facua ha conseguido con su petición de retirada de la campaña (que estará hasta el 12 de octubre, según JcDeclaux, la concesionaria de Sevici) ser centro de las críticas en las redes sociales por atacar una iniciativa creativa y abrir también el debate sobre la publicidad -¿O es que cuándo vamos en un autobús con publicidad no somos también un hombre-anuncio?- y quien gana en esta historia: la empresa cervecera, la concesionaria o el Ayuntamiento. El debate sigue abierto..