Los problemas en el transporte, el alza del precio de las materias primas y de la energía o la falta de componentes esenciales como microchips: la industria trata de capear una "tormenta perfecta" que ha desbaratado los planes de las empresas, ha disparado los costes de producción y, lejos de amainar, amenaza con seguir perturbando los mercados hasta bien entrado 2022.
Empresarios y expertos aseguran que se trata de una situación "de extrema complejidad" que "va para largo" y que es consecuencia directa de la pandemia de covid-19, que en 2020 paralizó la actividad mundial, provocando una auténtica convulsión en las cadenas de producción.
Pasado lo peor de la epidemia, la demanda se ha recuperado, pero muchas empresas se encuentran con serias dificultades para hacer frente a sus compromisos con los clientes, bien porque escasean algunos componentes y materias primas, como la madera, el acero o el cartón, porque los suministros llegan con retraso por los problemas en el transporte o porque estos han disparado su precio en los últimos meses.
"Lo que está pasando es una auténtica barbaridad. Cada dos o cuatro años se produce una descompensación entre la oferta y la demanda, pero esta vez la ruptura de la cadena es absoluta. Esto es la guerra, un auténtico drama", explica a Efe David Ortega, director de Operaciones de la empresa Montronic Vic, dedicada a la fabricación de placas electrónicas para sectores como el industrial, el médico o las telecomunicaciones.
MICROCHIPS, EL BIEN MÁS PRECIADO
Montronic fabrica esas placas de color verde que integran los aparatos electrónicos y que requieren para su funcionamiento de microchips, uno de los componentes más demandados -y escasos- en todo el mundo, cuya compra se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para las empresas.
En sus 24 años de actividad, Montronic no recuerda una situación igual: hay una demanda ingente y pocos fabricantes de semiconductores, por lo que las compañías deben pagar precios mucho más elevados por conseguirlos, y acatar plazos de entrega que pueden llegar a 60 o 70 semanas, si es que se respetan.
Esta compañía ha tenido que acudir a "canales paralelos", al margen de la distribución oficial, para conseguir microchips, con el sobrecoste económico que ello conlleva, y una vez le llegan los lotes comprueba, manualmente y con rayos X, que las piezas son originales y están en buen estado.
"Todo el mundo se salta las reglas comerciales, existe un nivel de deslealtad nunca antes visto", lamenta David Ortega, que reconoce que esta situación "crea mucha angustia y ansiedad" y habrá empresas que "no aguantarán". "Solo quedarán las mejores".
CRECIMIENTO, PESE A TODO
La empresa Mespack, dedicada a la fabricación de maquinaria para hacer envases flexibles, también está sufriendo las consecuencias de esta crisis mundial y multifactorial, aunque ello no le ha impedido crecer a doble dígito respecto al año pasado y cumplir con sus compromisos comerciales.
Mespack forma parte del grupo estadounidense Duravant y cuenta entre sus clientes con multinacionales como Nestlé, Unilever, Hero, L'Oréal o Procter & Gamble.
En su caso, ha tenido que hacer frente a un aumento generalizado de las materias primas, como el plástico, el aluminio, el acero o la madera, con inflaciones de casi el 100 % en algunos productos, así como a la escasez de semiconductores y a los problemas de suministro derivados del transporte marítimo, que está colapsado.
El director general de Mespack, Guillem Clofent, comenta a Efe que la empresa, que forma parte de un grupo internacional con actividad en múltiples sectores, "ya hace meses que veía venir esta situación", por lo que ya en marzo puso en marcha algunas actuaciones para paliar sus consecuencias.
La compañía, con más de 400 empleados en todo el mundo, se reorganizó por proyectos, se alió con sus grandes clientes para tener un acceso más fácil a los semiconductores y aumentó sus existencias para tener "un paracaídas" ante el agravamiento de la situación.
"Anticiparnos y gestionar el día a día ha sido clave para capear la tormenta", señala el ejecutivo, que asegura que la empresa ha asumido todo el incremento de costes, ya que opera con contratos marco que tienen varios años de validez y no pueden modificarse.
Para minimizar este aumento de precios, la firma ha impulsado diversas medidas, como renegociar con proveedores, aplicar una mayor flexibilidad laboral o rediseñar las máquinas, sustituyendo algunos componentes por otros, simplificando su diseño y reduciendo material y horas de montaje.
EL DIFÍCIL REEQUILIBRIO ENTRE OFERTA Y DEMANDA
Joan Tristany, secretario general de Amec, la comunidad de las empresas industriales internacionalizadas, reconoce, en declaraciones a Efe, que la situación actual es muy compleja y será difícil reequilibrar oferta y demanda.
Y es que a la demanda corriente, reactivada tras el parón de la pandemia, se suma ahora la acumulada, así como la política de las empresas de aumentar sus inventarios y la puesta en marcha de incentivos económicos como los fondos europeos Next Generation, que dispararán aún más la demanda mundial, especialmente de productos vinculados con la tecnología y la sostenibilidad.
Todo ello hará que persistan los problemas de suministro y que los precios sigan al alza: "Es una crisis de oferta, no de demanda. Hay dinero y ganas de consumir, el problema más grave al que nos enfrentamos es la inflación", advierte el directivo de Amec, entidad que agrupa a unas 350 empresas industriales de toda España, principalmente medianas.
LA PANDEMIA, EL ORIGEN DE TODO
Para el experto en logística y profesor de la UPC Ernest Benedito, la actual situación es algo más compleja que un mero desequilibrio entre oferta y demanda, ya que todos los problemas tienen un denominador común: la crisis de la covid-19, que paralizó la economía mundial y provocó un crack en la cadena de suministros nunca antes visto.
Todos tuvieron que parar, incluso sectores industriales que se enfrentan a serias dificultades si lo hacen, y ahora que la demanda ha crecido exponencialmente asistimos a un colapso de la cadena a escala global.
En el caso del transporte marítimo, además, se junta otro problema: el del reposicionamiento de los contenedores vacíos, ya que las empresas, desbordadas por la demanda de portes, no priorizan su reubicación en los puertos donde hacen falta.
Aunque la situación es transitoria, "va para meses, no es una cuestión de semanas", afirma a Efe Benedito, que forma parte del grupo de investigación de Cadena de Suministro y Dirección de Operaciones (SCOM) y es profesor del departamento de Organización de Empresas en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de Barcelona (ETSEIB).
SIN PERSPECTIVAS DE MEJORA A CORTO PLAZO
Los empresarios coinciden en que la situación no cambiará a mejor en el corto plazo. "Primero estimábamos que a final de año la situación volvería a la normalidad, pero ahora vemos lejos el final del túnel, que se va alargando más de lo previsto. (... ) Al menos hasta la primavera estaremos en una situación anómala", opina Joan Tristany.
Algo menos optimista se muestra David Ortega, de Montronic, que cree que los problemas persistirán, como mínimo, hasta mediados de 2022, puesto que "no hay síntomas de que nada vaya a mejorar".
En esta misma línea se expresa el director general de Mespack, Guillem Clofent, que prevé que la situación se mantenga igual "hasta bien entrado 2022 o incluso todo el próximo año", pues "no hay signos de cambio en el corto plazo".
El profesor Ernest Benedito estima que en 2022 es posible que se normalicen los problemas y que incluso meses después volvamos a una situación inversa en la que la oferta, nuevamente, sea superior a la demanda.