El futuro de las encuestas políticas penden de un hilo a tenor del resultado incalificable que se ha ofrecido después de las elecciones Generales celebradas el pasado domingo. Éstas, tal y como eran previsibles, tendrán unas consecuencias en clave local. Al tiempo.
Los comicios mostraron una brecha y una tendencia que ha ido cambiando según ha ido pasando el tiempo. Según se han ido produciendo la gestión municipal y el clima estatal en este medio año.
En seis meses, las que van desde las pasadas elecciones locales, la confluencia Podemos-Izquierda Unida y viendo los datos de entonces, han perdido 3.000 votos.
El que fuera socio de Gobierno y el que ha dejado de serlo, han dejado por acción o por omisión y tras el Partido Popular que volvió a ganar unos nuevos comicios, al PSOE, el partido que hoy por hoy gobierna en la ciudad, como tercera fuerza política. Un dilema que se acrecienta al no contar con la suficiente fuerza como para asegurar la gobernabilidad para los próximos tres años, los que restan aún de legislatura.
Demasiados interrogantes para un partido que se antoja clave tanto a nivel nacional como local para asegurar un consenso y un escenario mucho más sereno y menos tormentoso. Los vaivenes y la coyuntura que se presentan son cuanto menos inciertos para un alcalde que no cuenta ni con la mayoría suficiente para gobernar tranquilo ni con la masa electoral suficiente como para asegurarse el apoyo. Dilema.