En el manicomio tenemos una obsesión horrorosa con la lotería de Navidad. No hay otro tema desde hace bastante tiempo. Soñamos con todos los numeritos, con los niños de San Ildefonso cantando, con las bolitas saliendo, con el sonsonete de los euros… En cuanto amanece mañana, día 22 de diciembre, nos sentamos en la sala de la televisión, y no nos movemos de los asientos hasta que sale el último número y se van a comer los niños de San Ildefonso, allá a las dos de la tarde.
El año pasado, entre la mala suerte y la mano del que manoseó las bolitas por la misma cara a la vista de todos los locos, no nos podía tocar nada más que perder, y así fue. Además, ya está bien que siempre toque en Madrid o en Barcelona; ahora es justo que toque en este manicomio de una vez.
Este año está claro que el Covid19 no nos va a dar coba y nos va a traer un gordo terminado en 19. Bastante nos ha hecho sufrir este numerito como para no despedirse del año con un poquito de alegría.
Por tanto, no busque en la calle décimos terminados en esa cifra, porque nosotros los hemos comprado todos. Tanta seguridad tenemos los locos de que nos va a tocar, que nos hemos puesto a organizar una impresionante comida que nos haga olvidar las estrecheces que padecemos en el comedor de este manicomio. Llevamos unos cuantos meses con esta idea, y, cuando a un montón de locos se nos mete una cosa en la cabeza, ya no cabe otra.
Lo que pasa es que el tema está complicado y parece que no va a poder ser. Unos restaurantes dicen que nos tenemos que ir a las seis, es decir, en lo mejor del cante. Otros dicen que nos preparan una buena merienda, pero que tienen que cerrar a las 8 de la tarde. Otros nos ponen pegas porque no quieren que vayamos gente loca a revolucionar su local. Otros nada más que tienen dos lavabos y no nos podemos lavar las manos como está mandado, es decir, cada dos minutos. Otros aseguran que vale, pero que tenemos que estar separados unos cuantos metros y que por tanto no hay espacio para todos. Otros que a las diez se acabó la fiesta… Y para colmo, como aquí hay locos de todas las autonomías de lo que todavía es España, pues cada uno defiende sus horarios y no veas las broncas que se forman entre gallegos, extremeños, catalanes, valencianos y andaluces.
Antiguamente había una navidad, ahora hay diecisiete como mínimo. En fin, que ya no sabemos qué hacer con tanto dinero como nos va a tocar. Y tenemos que gastarlo, porque no nos fiamos del director, que dice que nos lo guarda en un cajón. Yo creo que lo mejor va a ser que no nos toque. Ojalá que no nos toque, por favor. Los locos no tenemos nada en contra de los gordos, pero ellos deben comprender que siempre nos esquivan, nos dan la espalda y no quieren nada con nosotros. Además, el 19 es un número muy feo y no va a salir.
Quiera Dios que vuelva el hombre de la mano que mece la cuna y con el mismo disimulo que el año pasado saque del bombo esas dos bolitas, el uno y el nueve. Nos iba a quitar muchos calentamientos de cabeza. Nos dirán después que lo más importante es la salud. Pues ni eso tenemos los que estamos aquí encerrados por culpa de tener el coco averiado.
