Hemos hecho hace unos días la asamblea general de mi casa. Asistimos todos. Y por unanimidad, hemos creído conveniente que en nuestra felicitación de Navidad para este año, en vez de desear unas felices fechas, fiestas o similares, vamos a desear paz a todos, que es de verdad lo que nos hace falta. A nosotros y al mundo.
Independientemente de las guerras en curso, que se han convertido de alguna forma en algo cotidiano, es necesaria la paz entre los hombres, si bien fundamentalmente en estos dos conflictos y en tantos otros que duran años y de los que cada vez recibimos menos noticias: países que siguen sumidos en guerras internas por golpes de estado, otros en los que el terrorismo es moneda de curso y aquellos en los que la situación es insostenible. Cada país, como cada casa, es un micromundo.
“No hay camino hacia la paz; la paz es el camino”, dijo Mahatma Ghandi. Y sea esta quizás la frase más emblemática del pasado siglo relacionada con la búsqueda de la paz. Esta frase, de plena actualidad en esta centuria, convirtió al líder espiritual indio en referencia directa de un buen número de líderes mundiales que encabezaron luchas similares. Porque la paz no es solamente la ausencia de guerras o de conflictos bélicos. La paz es algo más: es la ausencia de pobreza, racismo, discriminación, exclusión, abusos o maltrato, muerte violenta, odio o envidias que conducen al fracaso personal y por ende colectivo. No se puede alcanzar un mundo de paz y en paz mientras existan los rencores o mientras no se respeten los derechos de las personas.
La paz, por el contrario, nos trae tantas sensaciones buenas que sería imposible enumerarlas todas. Pero esa construcción la debemos hacer entre todos. La activista estadounidense Eleanor Roosevelt dijo muy acertadamente que “No basta con hablar de paz; uno debe creer en ella”.No alcanzar la paz entre los pueblos es tarea complicada para mortales como nosotros: juegan muchos intereses que no están a nuestro alcance. Pero sí podemos ser capaces de poner nuestro grano de arena con aquellos que tenemos más cerca. Haremos nuestra vida y la de otros más agradable.
Creamos y creemos paz, no solo ahora en la cercanía de las navidades, sino siempre. Irradiemos paz. Pongámonos eso como uno de los deberes a cumplir el próximo año que se acerca cada vez más. Será bueno para el mundo y bueno para todos.
