La mejor compañía

Publicado: 24/07/2023
Autor

José Manuel Infante Gómez

Columnista mitad barbateño mitad madrileño. Redactor en web deportiva trescuatrotres.com

Días de barrunto

En palabras de su autor: "Intento decir lo que pienso pensando siempre lo que digo"

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Entre cientos de historias es muy difícil elegir una en concreto, ya que todas son geniales....
La agencia de inteligencia más importante del mundo atraviesa momentos delicados. En su plantilla hay bastantes agentes muy mayores y es inevitable buscar nuevo personal especializado para seguir con la difícil tarea de proteger al ciudadano. Se inicia entonces un largo proceso de selección del que salen los candidatos finales para superar las últimas pruebas y lograr formar parte de tan prestigiosa organización.

Entre cientos de historias es muy difícil elegir una en concreto, ya que todas son geniales, pero el “Concurso-Oposición” que nos regaló el maestro Ibáñez es un compendio de ingenio y buen humor, solo propio de mentes privilegiadas.

Siguiendo con el argumento de tan singular aventura, los aspirantes finales para ingresar en la T.I.A. son los siguientes:

Un labriego, un capitalista confundido, el hijo del Súper, un orangután disfrazado de persona, una señora octogenaria, un cegato, un gafe, un mago, un marciano y un señor con bigote. Los examinadores, como no, son los héroes de la agencia, salvadores del planeta en infinidad de ocasiones.

En un mundo donde el único teléfono inteligente se integraba en un zapato y las tabletas existentes solo eran las del chocolate que nos daban nuestras madres para merendar, los tebeos (que eso de cómic me parece demasiado pijo) eran, para muchos de nosotros, esas ventanas abiertas hacia la fantasía que nos evadía del estudio, que entonces era nuestro gran rival.

De esta manera, en la mayoría de los hogares de este país, se tuvo que hacer sitio para albergar a varios inquilinos más: los personajes de Francisco Ibáñez. Seguro que muchos de nosotros imaginamos, al pasar por delante de un buzón o de cualquier agujero, que esa podría ser una de las innumerables entradas secretas que conducían al loco universo de Mortadelo, Filemón, el Súper, Ofelia o el profesor Bacterio, un multiverso  donde se corría el serio peligro de atragantarse con las propias carcajadas. Y esa no era la única opción, ni mucho menos.

También existía la posibilidad de hacer una visita al número 13 de la Rue del Percebe o a la oficina donde trabajaba el botones Sacarino. Y si hacía falta algún albañil, no había problema, ya que Pepe Gotera y Otilio solucionaban el problema en un momento, aunque no siempre con el mejor final. Si con todos estos no lo veías claro, seguro que Rompetechos te aportaba otra visión diferente, que para eso era un verdadero lince.

Jamás perdí la fascinación por esa pandilla. Recuerdo cuando un periódico, en su suplemento dominical, regalaba un pequeño tebeo con las aventuras de Mortadelo y Filemón como principal reclamo. Estuve años consiguiendo ese suplemento hasta conseguir una colección de varios tomos, que regalé a una sobrina y los sigue guardando para que sus hijos disfruten de ellos pronto. En la actualidad, resulta casi imposible pensar en un mundo sin móviles o internet. Lo entiendo perfectamente, porque en aquellos tiempos, también era muy difícil imaginar que pasaría si nos hubiesen privado de la existencia de estos geniales personajes que el maestro Ibáñez nos regaló.

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