Siempre los botellones han supuesto un problema desde el punto de vista de la seguridad ciudadana y la tranquilidad de los vecinos que sufren en sus barrios cualquier tipo de concentración de este tipo.
En diferentes ocasiones, los medios de comunicación han recogido este sentir y malestar de los ciudadanos incluyendo también la voz de diferentes colectivos que alertan sobre las graves consecuencias que para la salud tiene el consumo sin ningún tipo de control de alcohol. Tampoco hay que irse muy lejos en cuanto a que también, unido al alcohol, está el consumo de drogas que tan graves daños ha traído a nuestra sociedad.
Con los años, como casi ocurre siempre, uno ve este tipo de cuestiones que antes hacía o toleraba como peligrosas. No quiero ponerme paternalista, ni siquiera moralista, solo es que, con el paso de los años como les digo, hay determinadas cosas en las que veo un peligro enorme para nuestros jóvenes.
En mi vida profesional siempre he combatido las adicciones, siempre he tenido especial incidencia a la hora de alertar sobre el consumo de determinados productos peligrosos para nuestra salud cuando se hacen en exceso. Con el alcohol pasa eso. No se trata de criminalizar o demonizar el consumo de alcohol sino que hay que hacerlo con moderación, con mesura.
Al margen de este tipo de cuestiones de adicción, también nos encontramos en muchos casos con el determinado “garrafón”. ¿Son productos de calidad lo que se están consumiendo?
Además, en estos momentos se están confundiendo determinados términos con un resultado explosivo. Miren, hacer botellón no es sinónimo de libertad. Muchos jóvenes están provocando altercados bajo una falsa idea de libertad dentro de esta actividad. Tener libertad es otra cosa totalmente distinta y, por supuesto, esa libertad no se puede pregonar o defender con la violencia. La trinchera de la defensa de los derechos debe ser desde la palabra y el consenso, no desde la agresión a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o mediante los actos vandálicos contra las propiedades públicas o privadas.
Entiendo que son momentos complicados para los jóvenes, que se ha estado mucho tiempo confinado o con limitación de derechos relacionados con la movilidad o el ocio pero ello no debe implicar que se trate de defender esa libertad mediante el libertinaje o el caos.
Así que todo el respeto para todo el mundo pero con total control de lo que se está haciendo. No se debe reivindicar nunca un derecho desde el uso violento de la multitud.
