De 40 a casi 60 millones de euros para el presupuesto de un equipo que ya tiene la obligación de quitarse de encima el escudo de “pobrecito” para comenzar a recorrer el camino del éxito que merece un club de la historia y envergadura social del Real Betis.
Decía el nuevo director deportivo la pasada semana en una controvertida, por no decir atrevida, rueda de prensa que protagonizó que este nuevo Betis “como mínimo” debe aspirar a la misma posición en la que ha finalizado esta temporada. Pero en el seno interno, como Ángel Haro al frente, las sensaciones son otras bien distintas, aunque aún no están en disposición de propagarla para no crear falsas expectativas cuando aún no ha aterrizado ni un solo fichaje para la próxima campaña.
La realidad dicta que el club quiere regresar por sus fueros. Es decir, nada de victimismos, ni aspiraciones mediocres que en tantos años pasados les ha llevado a competir para no descender a Segunda División.
Dos razones fundamentales sustentan esta nueva filosofía de vida. La principal, la economía. El Betis va a ver aumentada su cartera presupuestaria hasta en un 25 por ciento en comparación al último ejercicio. Es decir, si el último presupuesto rondó los 40-45 millones de euros, en este caso se espera superar los 60 millones. Entre otras cuestiones por el aumento considerable de las partidas televisivas en la que el club heliopolitano pasará de cobrar por los derechos de 30 a 47 millones de euros.
La segunda razón es la masa social a la que se debe. Hablamos de un club con 40.000 socios. O lo que es lo mismo, una entidad que en España sólo se ve superada por el FC Barcelona, el Real Madrid, el Atlético de Madrid, el Valencia o el Athletic Club. Es decir, un club con mimbres más que asentados para fichar bien, competir y pelear por algo más que incluso la décima plaza. Y todo sin olvidar la estela que viene dejando el eterno rival de la ciudad, que aumenta incluso más la necesidad de salir del pozo para empezar a sumar en positivo.