Si el nivel del arbitraje en el fútbol español roza el ridículo, el perjuicio del Betis en la derrota ante el Athletic no tuvo nombre. Munian y Guillermo fueron los goleadores en un partido donde Gil Manzano, no tuvo pudor alguno en destrozar al cuadro bético con sus decisiones.
Alineación prevista la de Calderón para afrontar, como el argentino manifiesta siempre antes de cada partido. El sistema, una vez más, retornaba a los cuatro defensas y en la delantera, la tripleta formada por Rubén Castro, Leo Baptistao y Cedrick.
Con brío y cierta alegría en los primeros minutos saltaba al césped del Villamarín el conjunto bético. Sin embargo, las dudas en defensa no se hicieron esperar y una indecisión entre Perquis y N’Diaye, permitía que Kike Sola, sin acierto, se plantase mano a mano frente a Adán que salvaría milagrosamente el primer tanto del Athletic.
A pesar de los intentos por parte de los verdiblancos de llegar con peligro a los dominios de Iraizoz, el verdadero ‘veneno’ ofensivamente recaía en forma de oportunidades para el cuadro vasco, que a punto estuvo por segunda vez de adelantarse en el marcador si San José hubiese conectado un saque de falta.
En suma, a perro flaco todos son pulgas. Pues exento de la calidad que desde hace tiempo se demanda en una plantilla irrisoria, ni los árbitros, acompañan a la utópica esperanza del Betis de poder salvarse. Así, Gil Manzano, se erigía protagonista.
Balenziaga se come el recorte de Rubén Castro dentro del área, contacta con la pierna del canario y lo derriba. Pero lejos de señalar penalti, el colegiado extremeño mostraba la conveniente tarjeta amarilla entendiendo que el ariete bético había hecho todo lo posible para engañar al árbitro del encuentro.
No obstante, lo peor estaba todavía por llegar. Un minuto después, Perquis empujaba a Kike Sola por detrás fuera de la frontal pero Manzano, una vez más volviendo a errar de manera evidente, designaba la pena máxima en mitad de una nube de protestas y quejas por parte de los futbolistas y la indignación absoluta de la afición de Heliópolis.
Iker Munian transformaba el penalti colocando al Athletic en ventaja; la cual aumentaba el central franco-polaco del bloque helipolitano autoexpulsándose absurdamente tras realizar una durísima entrada abajo a Balenziaga que le costaría la segunda cartulina amarilla y por consiguiente la roja. Desastroso.
No contento con la puesta en escena de Gil Manzano en los primeros 45 minutos, en la segunda mitad, el demencial arbitraje y manejo del partido del colegiado y sus asistentes se elevó a la enésima potencia, una vez más, en claro perjuicio del conjunto bético que tuvo incluso ocasiones para lograr el empate.
Doble amonestación para Lorenzo Reyes por manos en la zona del centro del campo que le costaba la expulsión al chileno; infracción que no vio en la jugada de Balenziaga a disparo de Rubén Castro que el lateral vizcaíno flagrantemente tocada con su brazo. El clamor en contra de Gil Manzano de la grada volvía a hacerse notar de nuevo.
Ya con nueve, Susaeta rompía a N'Diaye poniéndola de lujo a Guillermo para que éste último, no perdonara de cabeza en el minuto 81.
La dignidad del Betis no se perdió. La mala conciencia de Gil Manzano por otro lado, todavía seguro pasará sobre él.