Imposible. No hay razones casi ni lógicas para explicar la razón por la que ayer el Sevilla no se trajo los tres puntos de Valladolid. Un 0-2 y buen fútbol no bastaron para despertar de esta pesadilla.
Y todo tras una revolución total en el once que Emery plantó sobre Pucela. El vasco optó, aparentemente, por cerrar la defensa con tres centrales y dos carrileros, dando así paso a Fernando Navarro desde inicio. Regresó y para jugar Carriço, que acompañó en el dobre pivote a Iborra. Arriba, un punta puro, Carlos Bacca, junto a Vitolo y Jairo. Emery dejó atrás toda filosofía sobre el esquema base a seguir.
Y cómo empezó e Sevilla. Segundo minuto de juego, tras una formidable triangulación entre Diogo, Alberto Moreno y Vitolo, y el colombiano Carlos Bacca vio puerta tras una gran dejada del canario. Muy bien se presentaba el duelo para los nervionenses.
En el 8, el primer acercamiento a la meta de Beto de los vallisoletanos. Ebert, de volea, no logró empalar bien el cuero y su lanzamiento se marchó fuera. Pero Bacca, muy activo en el inicio, soltó un latigazo desde 30 metros que provocó que Mariño tuviera que emplearse a fondo. Así se alcanzaba el primer cuarto de hora de partido, con los de Emery bien plantados sobre el José Zorrilla y con un Valladolid que lo intentaba con más corazón que cabeza y sin apenas inquietar la portería sevillista.
Eso sí, los minutos comenzaban a pesar sobre los de Emery que, aunque tenían bien atados a los atacantes pucelanos, veían como los locales ganaban metros sobre el césped en cada jugada. Hacía ya rato que el Sevilla no merodeaba el área del rival. Por fortuna, los ataques por las bandas de los vallisoletanos hasta el momento eran más bien inofensivos. Apareció Jairo para desequilibrar algo un encuentro rocoso. El cántabro la tuvo desde la media luna en el 29, pero su remate fue desviado a córner. En el mismo, un rechace fue a parar a la botas del internacional Alberto Moreno, que ni se lo pensó. Su chut se coló en las mallas por la diestra de Mariño en otro auténtico golazo para asentar un encuentro que el Sevilla ya tenía controlado y, desde ese instante, bien atado.
Y pudieron llegar más. El conjunto de Unai se gustaba ante un frágil Valladolid. Así, Diogo, tras un toque a lo ‘Ibra’ puso de gol a Diogo en el descuento, pero Mariño impidió el merecido tercer gol. Magistral primer periodo de los nervionenses, que ganaban por méritos propios y bien.
Más de lo mismo en la reanudación. De nuevo Diogo, en el 53, la tuvo para el tercero. Su internada fue premiada con un gran pase de Bacca pero el recorte del portugués a su par no fue completado con un tanto por sólo escasos centímetros. Más y mejor los de Unai Emery en Pucela.
Así discurría el choque en el primer tercio de los segundos 45 minutos. Las internadas por bandas del Valladolid se diluían con el paso de los minutos y el Sevilla se encargaba únicamente de controlar los tiempo de un partido que, en otras condiciones, podría lanzarse a por la goleada. Y claro, tanto perdonar al final se termina pagando. Llegó la hora de despertar del sueño y sólo en tres minutos. En el 81, Manucho de cabeza a pase de Peña puso el miedo y en el 84 un magistral lanzamiento colocó un empate tan sorprendente como injusto.
Lo que se denomina como una auténtica pesadilla. No es normal lo extraños casos que acumula el Sevilla lejos de su feudo. Ayer, cuando todos ya situaban los tres puntos en la tabla y el adiós a una maldición de nuevo apareció un gafe que perdura 13 meses.
Emery: "El partido era para ganarlo"
Rostro serio y no era para menos de Emery en sala de prensa tras el empate en Pucela. El técnico aseveró que “el partido era para ganarlo y hasta para sentenciarlo. Un 0-2 es un resultado muy bonito para rematarlo o también puede ser engañoso y hoy lo ha sido”, sentenciaba el vasco.