El español Rafael Nadal sumó su segunda derrota consecutiva en las Finales ATP que se celebran en Turín, la cuarta en seguida en general, al caer ante el canadiense Félix Auger-Aliassime, que se impuso en dos sets, por 6-3 y 6-4, tras casi dos horas.
Dos partidos, cuatro sets encajados y ninguno a favor. Ese es el balance de Nadal en estas Finales ATP, el único torneo de prestigio que le falta en sus vitrinas, que se juega en unas condiciones que no le favorecen, en pista dura y bajo techo. Sus opciones para acceder a semifinales son más que complicadas, depende de que no gane Ruud para empezar con las cábalas.
El partido fue una revancha del enfrentamiento de octavos de final de un Roland Garros que acabó levantando el de Manacor, en el que se impuso con dificultad al canadiense en cinco sets y con una pequeña diferencia respecto al partido de este martes: la presencia de su tío y mentor Toni Nadal, que no tomó parte en París en ninguno de los dos banquillos y que en el Pala Alpitour estuvo en el del canadiense -una de las nuevas sensaciones del circuito-, contenido, eso sí, en gestos, sin celebrar puntos de ninguno de sus contendientes, consciente del conflicto de intereses.
Empezó potente Auger-Aliassime, su primer saque fue directo. Pese al golpe, se notó cómodo a Nadal en el inicio, con su idea clara. Celebró un buen punto con el puño cerrado y se colocó 15-40 arriba tras un fallo de Félix que, sin embargo, no pudo aprovechar ante un rival que encimó mucho y obligó al español a jugar desde muy atrás.
Dejó Nadal escapar la oportunidad de mandar desde el primer juego, algo clave, por ejemplo, en la victoria de Djokovic sobre Tsitsipas el pasado lunes.
Empató a dos el balear con una bola pegada al pasillo que provocó los aplausos de la grada. Reforzó su confianza. Con 3-3, doble falta de Félix y dos malas acciones en la red volvieron a dar la oportunidad de quebrar al de Manacor.
No pudo convertir, otra vez, y Aliassime consiguió mantener el servicio. La historia se repetía con cada posible rotura de Nadal, que empezó a dejar escapar la confianza con la que había iniciado, esa que fue ganando su oponente.
Con 4-3 por debajo, Rafa se puso 40-0 con su saque pero perdió la ventaja (40-40). Rubricó un punto que se antojó clave con 40 iguales: puño cerrado y grito. Un impulso que perdió apenas dos golpes después, con un revés que estrelló en la red. Auger tomó el mando en Turín (5-3) y cerró con su saque la primera manga. No lo volvió a soltar el de Montreal.
La dinámica del final del primer set continuó en el comienzo del segundo. Rompió el canadiense a un Nadal ya desgastado, que acusó la falta de ritmo de competición a la que tanto ha apelado estos días -un solo partido desde el Abierto de Estados Unidos, una derrota en París-, en un juego en el que el número dos se puso arriba 40-15. Pero en el que de nuevo no estuvo acertado para certificar. Demasiadas oportunidades al limbo en una cita en la que si perdonas lo acabas pagando.
Pudo incluso ampliar la ventaja Auger-Aliassime, que dispuso de otra opción de rotura en el saque de Nadal. Celebró con un sonoro grito el norteamericano su quinto juego, sabiéndose ganador ante un Nadal que, esta vez, no pudo resurgir en un torneo y unas pistas malditas para él.
El primer cabeza de serie en Turín, número dos del ránking, tendrá que esperar ahora una derrota de Ruud para mantener sus opciones, que pasan por un triple empate a victorias/derrotas y sets, algo que provocaría que la clasificación se dirimiera con el porcentaje de juegos ganados.
La primera victoria del pupilo de Toni Nadal en partidos ATP sobre el manacorí no ha podido ser en mejor escenario, en el torneo que reúne a las ocho mejores raquetas del circuito y para recortar el cara a cara directo, en el que todavía manda el español (2-1).