Nos encontramos en una permanente polaridad entre los enfrentamientos y los acuerdos, lo malo y lo bueno, el no hacer nada o el empeñarse en terminar lo empezado, la burocracia y la realidad de los hechos, el mirar de reojo y dar la espalda a hacerlo de frente y dar la cara, los rezagados y los adelantados.
Hay trabajos que podemos realizar, y otros que no encontramos la ocasión para iniciarlos, optimismos que nos animan y pesimismos que nos deprimen, pero podemos superar nuestras paradojas y contradicciones e ir de lo peor a lo mejor. De los leales a los traicioneros, de los que suenan a favor o que siempre están a la contra.
De lo peor a lo mejor, de conformarnos con ser espectadores y ser puros palmeros al servicio de lo que nos marquen , o tomar protagonismo y ser paseantes de nuestro camino y actores de nuestra historia, y vamos contando la experiencia de lo que nos pasa.
Entre la locura y la insensatez, solemos sobrevalorar el optimismo y no ponderamos en sus justos términos el pesimismo, como vacuna para no padecer males peores, y confundimos lo auténtico con lo falso, lo lleno con lo vacío , la gente que va con la que viene.
Si ante una injusticia, nos convertimos en vengadores, contribuimos a mayores desigualdades y a los miedos que anestesian las libertades, paralizamos los cambios y maquillamos la realidad, montando cuentos y fabulas, en los que terminas no pensando con la cabeza ni sintiendo con el corazón.
Lo peor es dar por seguro aquello que no tiene ningún rigor ni evidencia, o mostrar dudas, por aquello que está más que demostrado. Hay que tener cuidado con precipitarnos o desconectar con el mundo y aislarnos en un lugar escondido.
Cuando tenemos una confianza ciega en nosotros mismos y valoramos nuestras fortalezas, en un ejercicio de autoestima , solemos sacar lo mejor de nuestras entrañas y nuestra actividad es un puro aprendizaje que nos equilibra del sedentarismo y la pasividad.
En el camino entre lo peor y lo mejor o viceversa, lo importante no son los objetivos que nos marquemos sino el camino que hagamos. Ese proceso en el que aprendemos de los aciertos y los errores de las decisiones que tomamos, los vaivenes que damos y la seguridades e incertidumbres que tenemos.
Una de las peores costumbres de quienes deberían resolver nuestros problemas es la manía de dilatarlos en el tiempo y retrasar las soluciones, “ El vuelva usted mañana” de Mariano José de Larra y Sánchez de Castro, ha sido sustituido por el ya, el aquí y ahora.
Entre lo mejor y lo peor , en los últimos tiempos la crisis climática nos está enseñando su peor rostro, envuelto en llamas y con el agua al cuello por las inundaciones, entre incendios, olas de calor, lluvias nunca vistas, humos que lo cubren todo, tormentas que arrasan poblaciones y bosques que arden en los lugares más increíbles, no sabemos que es lo mejor de lo peor o lo peor de lo mejor.
Y vemos como las guerras no solo se libran con armas convencionales en los territorios , sino que cada día nos encontramos más indefensos porque los ciberataques sacuden todo el orden geopolítico, y nos colocan a la humanidad en una situación de indefensión a nivel individual y colectivo, en todos los campos del saber, haciendo peligrar nuestras identidades y el funcionamiento del sistema.