Pocos artistas como Raphael, que este viernes cumple 80 años, más de 60 encima de los escenarios, pueden presumir no solo de permanecer en activo y aferrado a ellos con dignidad, sino de perseguir su vigencia también en el apartado discográfico y no haberse limitado a vivir de los viejos éxitos.
"Mi compromiso es muy grande, puesto que estoy dispuesto a grabar lo mejor de mi carrera con vosotros de ahora en adelante. Habrá grandes sorpresas y fantásticas realidades", prometía en 2020 cuando renovó su contrato con Universal Music, toda una declaración de intenciones para este jovenzuelo octogenario.
Desde su fichaje por Philips Records y la asunción de la "ph" en su nombre artístico para el lanzamiento de sus primeros sencillos a principios de los años 60 (los temas "Te voy a contar mi vida" y "A pesar de todo"), ha acumulado al menos 82 trabajos desde el inicial "Raphael" (1965) hasta el más reciente "Victoria" (2022).
Son esos trabajos los que lo han convertido en uno de los artistas españoles con mayores ventas: más de 300 discos de oro, casi 50 de platino y un disco de uranio (es el único español que lo tiene) por la venta de más de 50 millones de copias de toda su carrera.
Criado en el seno de una familia modesta que hubo de emigrar a Madrid cuando él apenas tenías unos meses, Rafael Martos (Linares, 1943) ratificó sus aspiraciones con su victoria en 1962 en el Festival Internacional de la Canción de Benidorm.
Gusta de contar de aquellos días que él, en lugar de irse de fiesta la noche de antes a romperse la voz o a la playa al día siguiente como otros muchos participantes, se quedó en su cuarto. Era mucho lo que se jugaba y las estrecheces económicas no permitían dilatar mucho el posible ascenso al estrellato.
"¡La vida de sacrificio que he hecho en mi vida entera! He salido victorioso de muchas cosas por mi férrea voluntad de hacer las cosas bien. Divertirse es fácil, pero guardar las formas para estar bien cuando tienes que estarlo es más difícil", reflexionó a ese propósito en una entrevista con EFE.
Su posterior participación en 1966 y 1967 en el Festival de Eurovisión no le deparó trofeo alguno, pero sí una atención internacional que rentabilizó a partir de entonces en múltiples grabaciones en otros idiomas y visitas a países remotos, en principios tan ajenos a la música melódica en español, como Rusia o Japón.
Él mismo confiere gran parte del mérito a los compositores que trabajaron a su lado para coserle canciones a medida, especialmente Manuel Alejandro o José Luis Perales, autores de las que él llama sus grandes "joyas de la corona": "Yo soy aquel", "Qué sabe nadie", "Estar enamorado", "Mi gran noche", "Digan lo que digan" o "En carne viva", por citar solo unos pocos.
El grueso de esa producción se talló a lo largo de unas dos décadas de trabajo, hasta bien entrados los años 80, cuando la música de los intérpretes románticos empezó a palidecer ante la irrupción de La Movida y toda una serie de corrientes musicales que habían visto muy difícil su difusión hasta la democracia.
Lejos de achantarse y sin olvidar sus clásicos, siguió reformulándose y así alumbró piezas que se han convertido en imprescindibles de su repertorio, como "Escándalo", lanzada en 1992 como una pieza muy bailable y de marcado ritmo latino, acorde con la época.
Ese afán de actualidad se manifestó nuevamente con "Maldito Raphael" (2001), que incluyó su versión de "Maldito duende" de Héroes del Silencio y el tema "Divina", grabado junto a una Alaska que actuó como valedora de su modernidad, pues ella acababa de grabar el influyente "Naturaleza muerta" con Fangoria.
Salvo por el lustro transcurrido justo antes de aquel trabajo, no ha habido prácticamente año en el que no haya habido un nuevo disco (o dos) de Raphael en el mercado, incluso en 2003, cuando hubo de someterse a un trasplante de hígado, y lanzó "De vuelta" (2003).
De la última década, cabe destacar tres álbumes que dan buena cuenta de la búsqueda de Raphael de la contemporaneidad sin perder sus señas de identidad, empezando por "Infinitos bailes" (2016), un álbum en el que cantó temas especialmente creados para él por artistas jóvenes tan diversos en orígenes y estilos como Iván Ferreiro, Bunbury, Mikel Izal, Dani Martín, Vanesa Martín o Vega.
En "ReSinphónico" (2018) probó a arropar en formato orquestal sus canciones bajo el prisma de otro talento precoz, el compositor de bandas sonoras Lucas Vidal, que le dio a muchas de ellas una novedosa pátina electrónica, mientras que en "Raphael 6.0", lanzado por su hexagésimo aniversario en la música, cantó junto a astros actuales como Pablo Alborán, Manu Carrasco o Natalia Lafourcade.
"Me faltaba esa persona con el lenguaje de hoy, joven pero ya no tanto y que nos entendiéramos", explicó sobre los motivos que le llevaron por último a convertir a Pablo López en su único y nuevo sastre en el más reciente de sus discos, "Victoria" (2022), otro triunfo de Raphael por la vigencia.
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La lucha de Raphael por la vigencia musical a sus 80 años
Pocos artistas como Raphael, con más de 60 años encima de los escenarios, pueden presumir no solo de permanecer en activo sino de perseguir su vigencia
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