Los médicos forenses que han declarado este miércoles, en calidad de peritos, en el juicio con jurado al joven de 20 años de edad, acusado de matar a José Antonio P.C. e intentar matar a dos amigos suyos, a los que presuntamente acuchilló en el botellón, junto a la zona de ETEA, en la capital cordobesa en 2011, dicen que apuñaló "con fuerza" a la víctima, cuyo cadáver "no tenía ninguna lesión" de haber intentado defenderse.
Así lo han expuesto en la sala en la sesión de este miércoles en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Córdoba, que ha concluido con la entrega del objeto del veredicto al jurado, que ahora deliberará, después de que las partes han elevado a definitivos sus escritos iniciales, de manera que la Fiscalía mantiene la petición de 22 años de prisión para el presunto homicida y la acusación particular, unos 50 años de cárcel.
En concreto, los médicos forenses han ratificado que la lesión era "traumática", con una herida "penetrante" que llegó a "atravesar parte del corazón" y le ocasionó la muerte en el instante, pese a los intentos de reanimación de los facultativos sanitarios. Según el testimonio pericial, el arma blanca penetró "completamente", en torno a los nueve centímetros, en la zona torácica, de modo que "era una muerte segura".
Asimismo, han apuntado que en el cuerpo de la víctima no había "ninguna lesión defensiva" y han precisado que había bebido alcohol, aunque estaba "en una situación de euforia, pero no ebrio", aclaran.
Por otra parte, los médicos forenses han comentado que las heridas causadas a los otros dos jóvenes podían haberles causado la muerte "por hemorragia", si no hubieran sido intervenidos quirúrgicamente, al tiempo que señalan que no fueron heridas penetrantes, sino "relativamente superficial".
Entretanto, varios agentes policiales que han declarado este martes en el juicio dicen que vieron al acusado sin síntomas de estar ebrio o haber bebido. Uno de los agentes de la Policía Nacional detalló que el presunto homicida lamentó en la comisaría tras ser detenido "la que se había liado por la muerte", al tiempo que destaca que lo vio "normal y corriente", sin oler a alcohol.
No obstante, indicó que "su actitud era chulesca y desagradable", a lo que añadió que la forma de huir de la zona no era para estar ebrio, aunque precisó que la actitud en la comisaría también podría ser por estar bajo efectos de estupefacientes. Otro de los agentes ha asegurado que no le vio síntomas de haber bebido y, a su juicio, "estaba tranquilo" cuando permanecía en la comisaría. Sin embargo, uno de los agentes cree que sí estaba bajo los efectos del alcohol o sustancias estupefacientes.
Además, varios de los agentes han relatado cómo se encontraron a la víctima ensangrentada en el suelo y los otros heridos que se acercaron para pedir ayuda, aunque han asegurado que no vieron el arma del suceso, dado que el otro de los jóvenes y acusado se hizo cargo de ella y la tiró a unos arbustos, según las imágenes de las cámaras de seguridad cercanas y los testimonios del mismo, quien a los pocos días fue a recogerla y la tiró al río Guadalquivir, según ha contado uno de los agentes que estuvo en el interrogatorio.
Al respecto, uno de los agentes de la Policía Judicial ha detallado que la explicación que dio el presunto encubridor era que "la quitaba de allí para que no hubiera más problemas", y otro de los agentes del grupo de Homicidios ha añadido que el joven estaba con el grupo de personas del presunto agresor en los hechos, aunque comenta que no reconoció que fuera "al tumulto" que se formó para ayudarle. Cabe destacar que a fecha de hoy el arma no se ha podido localizar.
NO RECUERDA LOS HECHOS
Varios testigos facilitaron las características del presunto agresor, que en la jornada de este lunes declaró en la sala que no recordaba los hechos, porque en el momento de los mismos estaba bajo la influencia del alcohol y que solía consumir sustancias estupefacientes al ir al botellón.
Por otra parte, el acusado de encubrimiento negó que su acción fuera para favorecer al principal acusado, al que "no conocía de nada", sino que "fue un acto reflejo quitar la navaja del medio por si podía seguir la pelea", según han relatado fuentes judiciales. El Ministerio Público le pide dos años de cárcel.
Al respecto, la calificación de la Fiscalía detalla que sobre las 1,30 horas del día 22 de octubre de 2011, el acusado, F.J.V., se encontraba en los aparcamientos cercanos a la zona de ETEA, entre la calle Escultor Castilla Aguayo y la Avenida de Linneo de Córdoba, lugar frecuentado por los jóvenes para la práctica del "botellón", cuando se aproximó a un grupo de varias personas a las que supuestamente le sustrajo una botella de licor.
Ante ello, le recriminaron su actitud, momento en el que el procesado supuestamente sacó una navaja que portaba oculta entre sus ropas y con "el deseo de matar" asestó varias puñaladas a tres de los jóvenes y emprendió la huida, en el transcurso de la cual se deshizo de la navaja empleada en la agresión, para lo cual, según el fiscal, le ayudó el otro acusado, J.C.E.P., que había presenciado la agresión, y arrojó la navaja por una alcantarilla situada en las inmediaciones del lugar de los hechos.
LAS CONSECUENCIAS
Como consecuencia de la agresión recibida, uno de los jóvenes, José Antonio P.C., sufrió un 'shock' hemorrágico con rotura cardiaca por herida en el tórax, que afectó al corazón y que fue "penetrante y letal" para producirle la muerte. Mientras, uno de los dos amigos sufrió una herida punzante y penetrante en la pelvis izquierda con "riesgo vital" y el otro, una herida punzante en región axilar derecha con "evidente riesgo vital".
Para el fiscal, los hechos son constitutivos de un delito de homicidio, por el que pide 12 años de prisión a F.J.V., para el que también solicita otros cinco años por cada uno de los dos delitos de homicidio en grado de tentativa. También solicita dos años de cárcel para el joven acusado de un delito de encubrimiento.