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El ?Príncipe? de Investigación premia el reto de acabar con el dolor crónico

Uno de los grandes retos a los que se ha enfrentado desde siempre la medicina, el de acabar con el dolor, centró ayer el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2010 al reconocer las aportaciones que en este campo han llevado a cabo los bioquímicos estadounidenses...

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  • David Julis, Linda Watkins y Baruch Minke. -
Uno de los grandes retos a los que se ha enfrentado desde siempre la medicina, el de acabar con el dolor, centró ayer el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2010 al reconocer las aportaciones que en este campo han llevado a cabo los bioquímicos estadounidenses David Julius y Linda Watkins, y el israelí Baruch Minke.

El jurado encargado de fallar en Oviedo este galardón decidió por unanimidad dar el premio a estos tres científicos, “reconocidos mundialmente por sus estudios innovadores sobre el dolor”.

De hecho, el acta del jurado subrayaba que estos tres “destacados investigadores” en el campo de la neurobiología sensorial han llevado a cabo descubrimientos que en conjunto “permiten una comprensión más profunda de las bases celulares y moleculares de las diferentes sensaciones, en especial la del dolor”.

Su aportaciones han permitido identificar dianas moleculares a las que dirigir una nueva generación de medicamentos específicos para el tratamiento selectivo de diferentes tipos de dolor, especialmente el crónico y han abierto “vías esperanzadoras para paliar un mal que afecta a la calidad de vida de millones de personas”.

David Julius (Broklyn, EEUU, 1955), bioquímico y director del departamento de Fisiología de la Universidad de California, ha proporcionado pruebas de la existencia de un subtipo de neurona sensorial que responde a un amplio espectro de estímulos físicos o químicos de intensidad suficiente para causar dolor.

Además ha identificado en el canal TRPV1, un hallazgo importante para el tratamiento del dolor crónico, los síndromes inflamatorios asociados a la artritis, el cáncer o el asma.

El bioquímico y genetista israelí Baruch Minke es profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén desde 1987 y fue el primero en identificar una nueva clase de canales iónicos, llamados TRP, que son componentes fundamentales de los sensores biológicos y están implicados en la percepción del dolor, de las feromonas, de la sensación térmica o de la regulación cardiovascular.

Linda Watkins (Virginia, EEUU 1954), profesora del Departamento de Psicología y del Centro de Nerociencia de la Universidad de Colorado, descubrió un nuevo agente del dolor, las células nerviosas no neuronales denominadas célula gliales, que son claves en los estados de dolor patológico y los provocados tras una lesión nerviosa.

Tras conocer el fallo, Minke ha dicho que el premio es “un tributo que indica la relevancia y la importancia del trabajo científico independiente para avanzar en el bienestar de la humanidad”.

Julius también ha valorado esta distinción que reconoce las “contribuciones a las ciencias de la vida y la investigación biomédica”, y aseguró que es una satisfacción compartirla con los otros dos premiados.

Los descubrimientos de Julius, Watkins y Minke se impusieron en las últimas votaciones a los otros dos finalistas de la XXX edición de este premio, el genetista Fred H. Gage y la microbióloga Rita Colwell.

Su candidatura había sido propuesta por el neurobiólogo mexicano Ricardo Miledi, que obtuvo el galardón en 1999, y recibió el apoyo de seis investigadores de los ámbitos de la Fisiología, la Medicina y la Química distinguidos con el Premio Nobel.


En 10 años se verá el resultado de sus investigaciones


El científico César Nombela, experto en microbiología, aseguró ayer que los trabajos de los bioquímicos David Julius, Baruch Minke y Linda Watkins en el campo del dolor, reconocidos ayer con el Premio de Investigación Científica y Técnica 2010, tendrán aplicaciones prácticas en un plazo de cinco o diez años.

Según el presidente de la Fundación Carmen y Severo Ochoa, César Nombela, ex responsable del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, hay que tener en cuenta que en el campo de la biomedicina las aplicaciones de las investigaciones básicas “tardan tiempo en verse” por lo que quizá tenga que pasar una década antes de ver nuevos fármacos basados en sus investigaciones sobre las sensaciones del dolor y cuál es su origen.

Añadió que convertir una molécula en un producto que sea administrable como medicamento conlleva también un “gran esfuerzo de inversión”, pero que, en cualquier caso, la investigación básica es el inicio de todo.

Para Nombela, ha sido un acierto que se reuniese en una misma candidatura a estos tres bioquímicos porque se ha conseguido reunir distintas líneas de investigación que, en conjunto, propician un mejor entendimiento de lo que es la sensación dolorosa. cómo se percibe, transmite y mantiene.

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