Ana no sabe qué va a ser de su negocio, Bar Diana, que regenta desde hace cuatro años en el entorno de los juzgados de San José, si el edificio no recobra su actividad a mediados de enero. Desde que hace ya más de un mes, el pasado 19 de diciembre, el inmueble fuera clausurado de un día para otro, ha dejado ingresar al día más de 40 euros, principalmente en desayunos, el plato fuerte de la economía familiar.
Con este balance ve complicado aguantar mucho más y ya se ha planteado incluso echar el cierre, dado que se trata de un local con muy pocas mesas al que este tipo de imprevistos le deja herido de muerte. “Esto se está convirtiendo en un boquete; he perdido una caja de 40 a 50 euros al día. Esto se está notando tanto que me estoy planteando cerrar; es un bar muy chiquitito, y entre esto, que me faltan 50 euros diarios y la subida de precios...a 2,2o euros los desayunos... ¿cuántos tengo que poner para compensar? En otro negocio con varias comidas lo recuperan pronto, pero aquí no”, cuenta a VIVA CÁDIZ resignada.
Aunque desde un principio se dijo que el inmueble volvería a estar operativo en enero -los juicios están suspendidos hasta el día 8 de ese mes-, cada día que pasa lo ve más negro. “Se supone que los trabajadores van a volver al juzgado, pero yo no lo tengo tan claro; eso está muy mal, ya no se puede parchear más. Es la seguridad de las personas que están dentro, después de lo que pasó en la iglesia de Las Esclavas; es que yo no me la jugaría”.
En el bar Acuario están prácticamente “puerta con puerta” con los juzgados de San José, con lo que el cerrojazo ha dejado “más paraíllo” un negocio que se dedican principalmente a los desayunos. “Gran parte de los funcionarios, el primer turno de los guardias civiles, los ciudadanos que venían a juicios...todo eso lo teníamos fijo”, cuenta José, el encargado, que reconoce que, más que la clausura, lo que más le sorprendió es que fuera “tan rápido y de un día para otro”. Demasiados palos después de una pandemia que les ha obligado a sobrevivir como han podido y con el cierre también de la Plaza de Abastos hace año y medio. “La bajada se nota, queremos que llegue enero y vuelva a la normalidad. Enero, o lo más o lo más pronto posible, porque cuando dicen enero, es febrero y con unas Navidades de por medio...Al 2023 le vamos a pedir eso, que reabran los juzgados”, señala sin ocultar tampoco su escepticismo por los plazos.
En cualquier caso, en este local también tienen claro que independientemente de lo que ocurra en las próximas semanas, el edificio de los Juzgados de San José “tiene fecha de caducidad” y aunque sea más tarde que pronto acabará absorbido por la futura Ciudad de la Justicia en los antiguos depósitos de tabaco. “No sabemos cuándo, si será en 2024, 2025... pero ellos se irán (por los funcionarios de los juzgados) y a mí me quedan 30 años para jubilarme; ese es el asunto”.
“Aquí quedamos cuatro gatos”, señala un vecino de Cádiz desde su puesto como ambulante que ha visto cómo en el último año y medio el paso de personas se ha venido abajo desde que se cerró la Plaza. Lo de los juzgados es la puntillita, aunque él tiene claro que no va a trasladarse aunque las ventas se resientan. “Yo llevo aquí 30 años y de aquí no me voy, tengo aquí mi clientelita, siempre algo te compran, pero ya casi no hay paso con el edificio cerrado, se ha notado un montón”, indica. Él, no obstante, sí es más optimista en cuanto al regreso del personal de los juzgados. “Ese edificio no está para derribarlo, tienen que volver. Además han metido a 80 personas en un pasillo muy largo. Ellos allí no están bien”, señala para referirse a la ubicación provisional en el edificio del Estadio Carranza donde han trasladado a los cuatro juzgados de Instrucción. Abogados, procuradores, usuarios, negocios...demasiados daños colaterales. Les toca cruzar los dedos.