La
Reina Doña Sofía visita esta tarde la sede del
Banco de Alimentos de Cádiz, en la calle Chicle, en el Polígono Industrial de la Cabezuela, en Puerto Real, a partir de las 17.00 horas. Lo hará en calidad de presidenta ejecutiva de la Fundación Reina Sofía, que ha promovido a través de la misma dicha visita. Su presencia se debe a su implicación y colaboración con los bancos de alimentos de toda España a fin de
conocer de cerca la realidad de las asociaciones y el funcionamiento en un momento tan delicado a consecuencia de la crisis sanitaria derivada de la irrupción del Covid-19. También es un reconocimiento a la organización en la provincia durante
25 años.
“La presencia de la Reina Doña Sofía
es un regalo”, celebra
Isabel Gómiz, quien muestra su orgullo en nombre de los socios y los voluntarios. Para la ocasión, la entidad estrena una sala de reuniones en cuyas paredes puede seguirse la trayectoria de estas dos décadas y media, con los
principales hitos alcanzados desde el Banco de Alimentos de Cádiz se constituyó y dios
sus primeros pasos entre 1996 y el año 2000. “En el timeline explica, por su parte,
Carlos Martínez, el vicepresidente, hay un bloque en el que se recoge información documental y gráfica de las
primeras operaciones kilo hasta 2005 y la fase de expansión hasta 2015, con la puesta en marcha de programas para concienciar
contra el despilfarro de comida, la escuela de voluntarios o la creación de un
área de control para evitar duplicidades y maximizar los recursos.
Finalmente, añade Martínez, la Reina Doña Sofía podrá conocer la etapa de asentamiento y
profesionalización de la entidad hasta 2020, que les valió la medalla al
Mérito de la Protección Civil concedida por la Delegación del Gobierno en Andalucía y afrontar el reto de la pandemia con solvencia.
Con la irrupción del coronavirus, la organización tuvo que atender la demanda de
40.000 personas, correspondientes a
13.000 familias en la provincia de Cádiz, exceptuando la población del Campo de Gibraltar, que tiene su propio Banco de Alimentos.
Con todo, la cifra no es récord. En 2015, cuando la ola del tsunami provocado por el crack de 2008 alcanzó a la población, se registraron hasta
60.000 benificiarios.
“Todo ello ha sido posible gracias a la ayuda facilitada por
166 socios, 160 asociaciones y una docena de empresas, de mediano tamaño, colaboradoras”, explica Gómiz. El trabajo del personal contratado, limitado a tres en Administración, y otros cuatro en el equipo de inserción, es fundamental, así como la red de voluntarios. “Diariamente contamos con hasta una treintena de gaditanos, aunque tenemos
picos de hasta 2.500 durante las grandes recogidas”, añade.
Estas continúan suspendidas a causa del coronavirus. “Las
donaciones han sido económicas, para lo que habilitamos canales para realizar transferencias”: desde un SMS a Bizum o transferencia bancaria.
“Ha dado buenos resultados porque adquirimos lo que necesitamos realmente y
se ha reducido el trabajo logístico”, pero la presidenta confía en que volvamos de nuevo a la calle, porque
se ha perdido “el espíritu y la puesta en escena”.
La aportación de fondos de la Unión Europea da, igualmente, facilidades para atender la demanda. No en vano,
un tercio de los alimentos tienen su origen en la ayuda de Bruselas.
Zona Franca, también en el plano institucional,
bonifica el 80% del alquiler de las cuatro naves que ocupan en Puerto Real de 500 metros cuadrados cada una.
Pero
no es suficiente. “Esto es como una empresa que gestiona alimentos”, con obligaciones en cuanto a calidad de los procesos, que abre cada día a las ocho de la mañana y cierra a las dos de la tarde.
“Es un dolor de cabeza encontrar financiación”, admite Gómiz, quien expresará su preocupación por la falta de recursos.
“La demanda de alimentos crece a diario”, advierte. Y, además, la entidad desarrolla
programas formativos para evitar la cronicidad de la pobreza y ayudar a las personas en situación de vulnerabilidad a salir del círculo vicioso. Óscar Vías, coordinador del programa, valora cómo ha ido creciendo el número de acciones llevadas a cabo en este sentido y aclara que no todos los usuarios tienen baja formación porque el perfil ha cambiado dada la devastación de la crisis en las clases medias.
Un millar de personas formadas, la mitad con prácticas, y un tercio, con empleo
El equipo de formación que dirige el psicólogo Óscar Vías, que complementa la actuación del Banco de Alimentos para facilitar a los usuarios herramientas para abandonar la situación de vulnerabilidad por medio del empleo, ha ofrecido ayuda a
un millar de personas. De estas, casi la mitad ha contado con formación en prácticas y, de ellas, un tercio ha conseguido ocupación. “Entre los propios alumnos se echan una mano”, destaca, “pasándose ofertas”, apunta, satisfecho tanto de los resultados de reinserción laboral como de la camaradería de los beneficiarios.