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Arcos

Los hermanos Álvarez darán su nombre al campo de fútbol del Santiscal

Los tres hijos de Justo Álvarez y Rosario Benítez colocaron a Arcos de la Frontera en el panorama futbolístico español en los años 60, 70 y 80

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Manolo Álvarez, en el centro de los agachados, abrió caminos inexplorados hasta entonces para el fútbol de Arcos al fichar por el Valladolid.

Francisco Javier y José Antonio, junto al redactor de Viva Arcos, en un acto reciente de la peña Pirri.

El Ayuntamiento de Arcos aprobó en la tarde del lunes 27 de julio la propuesta de su Junta de Portavoces llevada al pleno ordinario en su orden del día, por la que se adoptaba el acuerdo unánime de denominar el campo de fútbol de la barriada del Santiscal como Campo de Fútbol “Hermanos Álvarez”. La moción recibió el voto favorable de todos los grupos políticos con representación en el pleno municipal arcense.

La saga familiar de los hermanos Álvarez Benítez, que encabezó Manolo (73 años) en la década de los años 60, ha sido una de las más prolíficas y beneficiosas para el fútbol local de cuantas han existido en el deporte de Arcos. Manolo Álvarez, “el barbateño”, como se le conocía cariñosamente entre sus más allegados, fue el primer futbolista de Arcos que se hizo jugador profesional, en una época muy difícil para vivir del deporte, con nula infraestructura deportiva, y en la que llegaría a convertirse en el mejor jugador de toda la historia del balompié arcense, viviendo su mejor etapa en el Real Valladolid, en donde debutó en la temporada 1967-68, procedente del Linares. Álvarez jugó en el Real Valladolid durante ocho temporadas, en las que marcó 91 goles en Liga (68 en Segunda División y 23 en Tercera), por lo que es el segundo máximo goleador de la historia del club blanquivioleta tras Morollón (92 goles en siete temporadas). Su gran humanidad le llevó a conquistar los corazones de todos los equipos que le acogieron con posterioridad, ganándose la admiración y el cariño de los que lo han tratado.

José Antonio, que en septiembre cumplirá 60 años, fue otro de los jugadores criados en Arcos que tuvo la oportunidad y el privilegio de convertirse en futbolista profesional, debutando en Segunda División A en el Cádiz a las órdenes de Roque Olsen en la temporada 1978-79, en la que marco cuatro goles. En la temporada 1980-81 firmó por el C.D. Tenerife, entrenado por Joseíto, llamando la atención de los ojeadores merengues, que le incorporaron al Castilla de la Segunda A en la 82-83, en ese momento entrenado por el legendario Amancio Amaro, en donde fue compañero de Butragueño, Míchel, Chendo u Ochotorena, debutando en el filial blanco el 7 de mayo de 1983. A la temporada siguiente, José Antonio se marchó al Real Jaén, donde permaneció tres campañas jugando casi 100 partidos y marcando 20 goles (17 en Liga y 3 en Copa). Tras su periplo jiennense, militó en el Ronda (Tercera Div.) y en el Villarreal C.F., por entonces en Segunda División B. Posteriormente jugó en el Úbeda, Martos y Torredonjimeno, donde terminó su carrera.

Francisco Javier, el pequeño de la dinastía (53 años), también dejó el sello de la calidad futbolística de su familia en su deambular por el fútbol nacional al militar en el Cádiz C.F., con el que debutó en Primera División a las órdenes de Helmut Senekowitsch, llegando a jugar cinco partidos en la máxima categoría del fútbol nacional. Uno de los partidos que marcó su trayectoria en el Cádiz fue en el Nou Camp ante el F.C. Barcelona el 8 de enero de 1989 con David Vidal en el banquillo cadista, donde entró por Villa en el min. 57 sufriendo una rotura fibrilar y teniendo que abandonar el terreno de juego cinco minutos antes de concluir el choque. Al recuperarse de la lesión fue cedido hasta final de esa misma temporada al Gandía, donde marcó cinco tantos. Francisco Javier fue un verdadero trotamundos del fútbol llegando a jugar en prestigiosos clubes como la Balompédica Linense, Mérida, Los Boliches, Arcos C.F., Baza, Mármol Macael, Poli Ejido, Almería, Águilas, Relesa Las Palas, Hellín y Alhama de Murcia, dejando siempre su impronta de delantero goleador y peligroso dentro y fuera del área.

José Antonio Álvarez manifestó al conocerse la noticia que “para nuestra familia es un privilegio que Arcos reconozca nuestra trayectoria deportiva tanto individual como familiarmente. Nos sentimos orgullosos y no podemos pedir más en esta vida. Es lo más grande que nos ha pasado”.

Una familia en la que siempre se hablaba de fútbol

En aquellos lejanos años de la década de los 60, 70 y 80 había una familia en la calle Peña Picá de Arcos en la que el fútbol era de lo que más se hablaba y discutía a todas horas porque casi todos los hijos del matrimonio Justo Álvarez y Rosario Benítez habían sido, eran o querían ser futbolistas. El camino a seguir lo marcó Manolo, el ‘barbateño’, el ídolo de los chavales en el viejo campo de la antigua vía del tren. Luego le siguió José Antonio, ‘Justito’, y por último, el más joven, el ‘Justito chico’, Francisco Javier.

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