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Arcos

Una arcense ejemplo de solidaridad y humanidad

Margarita Gil dedica un mínimo de ocho horas a coser mascarillas. Es su contribución para que los sanitarios realicen su trabajo con más seguridad

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  • Margarita Gil en plena faena, cosiendo mascarillas. -

La solidaridad es fundamental para salir de la crisis que hoy por hoy sigue azotando a nuestro país con la expansión del coronavirus. De eso sabe mucho la arcense Margarita Gil Baro, madre del presidente y portavoz del PP de la ciudad, Domingo González -su hijo más conocido-, que desde la pasada semana viene fabricando mascarillas para que los sanitarios no adolezcan de este escaso bien que tanta ayuda dispensa a la realización de su trabajo. Margarita has sido protagonista estos días en la prensa nacional una vez que el diario ‘El Mundo’ contara su historia; su historia en esta crisis porque, desde luego, en su vida ha conocido otras crisis, otras desgracias y otras guerras que se libran fuera y dentro de casa.

A sus ochenta y cuatro años y madre de siete hijos, Margarita tenía claro que podía ayudar al próximo como mejor sabe. Por ello, tiró de cuatro metros de tela blanca que tenía en casa, y tras un primer diseño, empezó a crear mascarillas con una gran facilidad, como si lo hubiera hecho de toda la vida. Tantas como cincuenta diarias, que cose durante lo que dura una jornada de trabajo que en su caso no tiene remuneración salarial alguna: todo lo contrario. Su mejor aliado es la vieja máquina de coser Sigma, con la que lleva décadas cosiendo.

Margarita, desde luego, tiene fama de buena costurera. Gracias a ese trabajo pudo sacar a su familia adelante ante la falta de su marido.


El reportaje de ‘El Mundo’ también explica que Margarita es una gran aficionada al teatro y que logró sacarse el título de la ESO con 73 años de edad, que ya tiene mérito, amén de haber sido una precursora de la educación de adultos.

Su preocupación de estos días es bien distinta: conseguir mientras más metros de tela blanca de algodón mejor, pues así seguiría fabricando las mascarillas que tanta falta hacen para cubrir las necesidades en hospitales y servicios públicos.

Margarita, que por su edad debe extremar las medidas de prevención, recibe en casa los alimentos que le llevan sus hijos y con la dura pero necesaria precaución.

Como a todos los que aún son hijos de padres y madres mayores, no pueden abrazarlos y besarlos, que ahora, paradójicamente, se convierte en un gesto de amor. Desde esta ventana abierta a la actualidad de Arcos, un aplauso también para esta mujer que da ejemplo de amor por el prójimo.

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