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El jardín de Bomarzo

Cuadernos de colores

Volver al cole es regresar, reencontrarse con aquello que se dejó por el verano, retomar asuntos pendientes

Publicado: 07/09/2018 ·
09:16
· Actualizado: 07/09/2018 · 09:16
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Bomarzo

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El jardín de Bomarzo

Todos están invitados a visitar el jardín de Bomarzo. Ningún lugar mejor para saber lo que se cuece en la política andaluza

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Septiembre y la vuelta al cole es una época del año que mezcla diferentes sensaciones porque concentra el fin del verano y la melancolía que acarrean días cada vez más cortos, el comienzo del nuevo curso y las expectativas que todo inicio de algo genera y el lento tránsito hacia un otoño de hojarasca en el suelo y luces como a medio gas. Volver al cole es regresar, reencontrarse con aquello que se dejó por el verano, retomar asuntos pendientes; por ello, las papelerías disfrutan de su mes dorado, cuadernos de colores para cada cosa, lápices, rotuladores, archivadores y separadores, todo con ese olor a goma nueva que eleva los sentidos porque quién no ha querido morder una de esas blancas y gordas de nata. En según qué casos, el verano y su detenimiento a orillas de cualquier mar sirve para reflexionar con calma y, así, programar el futuro inmediato.

El aforamiento es una situación jurídica según la cual personas que por su condición política, en este caso, no son juzgadas por los tribunales ordinarios sino por otros, lo que les otorga una protección extra de la cual los partidos más poderosos no quieren desprenderse -y mucho menos a tenor del riesgo que corre el sector en estos tiempos-. En el acuerdo de investidura suscrito por PSOE y Ciudadanos se pactó la eliminación de este privilegio por petición expresa de la formación naranja, si bien ahora la presidente Díaz usa la negación a rubricar este compromiso para tensar con Rivera y Marín e ir así cocinando una ruptura que en los próximos días la llevará, seguramente, al anuncio del esperado por todos adelanto electoral. 

Fue la mañana de este martes día 6 cuando llegó el arrebato y sobre la una de la tarde se reunieron las dos formaciones para formalizar el desencuentro, seguramente obedeciendo al movimiento de una primera ficha que tiene otras escalas fijadas en el calendario hasta confirmar elecciones para finales de noviembre -quizás el domingo 25, para lo cual tiene todo el mes de septiembre porque solo Susana Díaz puede convocarlas y de plazo 54 días entre la disolución del parlamento y la cita electoral. La otra fecha sería febrero, pero a día de hoy eso parece demasiado lejos-.

Lo triste del anuncio es tanto por lo esperado como por la pobre fórmula que usan y que viene a ser un tanto irrespetuosa para con el votante, que como poco merecería una excusa como más elaborada, como más bien hecha para que al menos quedase la duda de que es real. Porque la otra relativa a la inestabilidad presupuestaria es ridícula dado que el gobierno andaluz puede prorrogar los presupuestos y para eso no necesita a Ciudadanos para nada, y desde luego no cuela en absoluto eso de que los naranjas con su actitud estén desestabilizando Andalucía. De hecho, cuando el PSOE-A empieza a usar términos tipo como "desestabilizar Andalucía""debate propio" o el recurrente "no vamos a permitir que en Madrid decidan por Andalucía" es como un toque de trompeta que anuncia que las elecciones están a la vuelta de la esquina para que todo el mundo saque del armario la blanca y verde. Lástima que la bandera solo salga de paseo en época electoral. La verdad, la puesta en escena de las hostilidades ha resultado de película de bajo presupuesto, de esas antiguas de bandoleros a lomos de jaco por las serranías andaluzas.

Por partes, al PSOE-A le viene bien adelanto electoral porque a Díaz siempre le ha gustado ir electoralmente por delante de los demás, porque no quiere ni oír hablar de que la hagan coincidir con las generales y no se fía de su íntimo enemigo Sánchez, porque coge al PP en su momento más débil y, sobre todo, porque es muy arriesgado celebrar elecciones tras el juicio de los EREs y la tormenta que previsiblemente desencadenará la sentencia y eso, aunque su entorno lo niegue a diario, lo tiene bien anotado en su cuaderno rojo para este inicio de curso. A Ciudadanos le viene muy bien el adelanto porque aunque la moción de censura de Pedro Sánchez en Madrid contra Rajoy ha frenado su crecimiento, aún está en su momento álgido con Cataluña detrás y bien podría ser la segunda formación con más escaños en el Parlamento -las cuentas hechas en el cuaderno naranja-. Sueña sumar con el Partido Popular, donde algunos anotan en su cuaderno azul la idea de darle el gobierno a Juan Marín para luego, tras congreso extraordinario un par de meses después, otorgar todos los poderes andaluces a José Antonio Nieto, ex alcalde de Córdoba, cercano a Cospedal y ahora a Casado y que en todas las quinielas está por encima de la otra posible alternativa y que es la ex alcaldesa de Fuengirola Esperanza Oña. En el PP nadie discute que habrá relevo, solo cuándo será. Y no hay que perder de vista a la fusión de Podemos e IU en Andalucía bajo el nombre Adelante Andalucía, un cuaderno violeta liderado por una Teresa Rodríguez que, al igual que Díaz en la última campaña, pedirá el voto embaraza de su primer hijo -sale de cuentas el 28 de febrero, día de Andalucía- si, como todo parece indicar, llega a un acuerdo para compartir escenarios con el otro posible candidato y que es Antonio Maíllo. Andalucía por Sí será representada en principio por Joaquín Bellido, pese a que estos días se diera la posibilidad de que fuera Javier Aroca, ex viceconsejero de Turismo y habitual tertuliano, el que agitara la blanca y verde en busca de ese voto pegado a la tierra y que en otros tiempos fuera del extinto PA -hay un cuaderno verde por escribir-. Distinto será después, sabiendo como se sabe que nadie sumará mayoría, cómo conformar gobierno, aunque la experiencia nos dice que nada de lo que se diga o prometa antes tendrá validez alguna a partir del día siguiente. Al margen, no es razonable que el calendario electoral lo marque el interés de un partido u otro. Porque si la Junta vive en un estado de alarmante quietud, ni que decir tiene que cuando llega el periodo electoral eso aumenta a niveles de vértigo. No es sensato que entre autonómicas, municipales, europeas y, puede que generales, vayamos a estar un año o más escuchando el magnetófono pidiendo el voto, es demasiado. 

Cuadernos de colores en septiembre para un curso que terminará con municipales, consiguiente confirmación o cambios de gobiernos locales y posterior formación de diputaciones. Curso largo. La ilusión que hace el primer día de camino al colegio, libros nuevos, lápices, gomas dulces y reencuentros amistosos. Pereza cuando suena la campana y, aún con la salinidad del mar pegada a la piel aún bronceada, hay que ponerse a la tarea porque pronto llegará el primer examen.

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