Nos ha tocado la lotería

Publicado: 12/11/2009
Si viene alguna vez a este manicomio, por supuesto de visita y no a quedarse, no se le ocurra comprar lotería ni loco.

Aquí hay un volado que la vende y se pasa todo el santo día con unos papelitos en la mano poniendo la voz de niño de San Ildelfonso y pregonando las bolillas que se le van ocurriendo. Nos tiene locos a los demás. En realidad no hay que hacerle mucho caso y es mejor seguirle la corriente, pero cualquier día da el premio y nos coge fuera de juego. Lo malo va a ser cobrarlo.


Y hablando de lotería, ya estamos con la misma historia de siempre. Hace tiempo que se está comprando ya lotería de Navidad en plan salvaje. Me he enterado de que las colas en Madrid son horrorosas y que los loteros de la capital de España andan totalmente desbordados.

Repito todos los años y no me canso de decir que el gordo va a caer en Cataluña, que aquí naranjas de la China, pero nadie me presta atención y así nos va como nos va. Además ahora se está comprando más lotería que nunca, porque se puede asegurar que la lotería es una de las hijas preferidas de la señora Crisis, ésa que aprieta y ahoga. Es una regla de tres muy simple; a más penuria, más juego y más probar fortuna a ver qué pasa. La gente quiere pegar el pelotazo de una vez y no andarse viviendo de migajas ni de pamplinas variadas.

Aquí no hay medias tintas y nos vamos del pedazo de tabla, que flota a duras penas, al yate de lujo que quita el hipo. Y ¿qué ocurre? Pues lo que tenía que ocurrir. No toca un duro y nos vamos hundiendo en la miseria más que el Real Madrid, que ya es decir. Que me perdonen los merengues, no quería hacer sangre, aunque hay que reconocer que la cosa no está para bromas.

Hoy estaba aburrido y he vuelto a abrir el diccionario. Me he encontrado dentro que antiguamente, después de una guerra (no paraban de guerrear), a cada soldado vencedor se le entregaba una porción de tierra en la que construía su casa.

El soldado vivía en ella (si podía), se casaba (aunque no pudiera) y tenía hijos (en cantidades industriales), pero al morir se repartía la tierra entre ellos.

Como pasa en todas las herencias que se precien, había tiros y puñaladas, de modo que al final se hacía un sorteo y al que le tocaba se le daba un lote o porción de esa tierra más o menos bueno según la suerte de cada uno.

Hay que decir que los había muy quemados. De hecho la palabra lot (en francés) significa herencia. Y curiosamente la palabra sorteo procede del latín y significa "campo de tierra". Ya se sabe que hay gente que tiene el ombligo así de grande, pero nadie lo tiene más inmenso que los catalanes.

Y yo tengo que decir este año que aquí en La Isla no hace ninguna falta comprar ninguna lotería, porque ya nos ha tocado de lleno.

Nos tocaron casi ocho millones de euros poquito a poco, nos tocó el lío del alcantarillado, nos tocó el follón de la limpieza, nos tocaron las facturas del Ayuntamiento sin consignar, nos tocó disfrutar del turismo selecto que viene a La Isla a cagarse, mearse y a beber como cosacos y en público, cosa que está prohibida, pero como si nada, nos tocó el cachondeo que traen con nosotros los políticos, nos tocó gratis el espectáculo de ver cómo se despellejan unos a otros, mientras los demás perdemos la piel de verdad, nos tocó hacer de marionetas de los salvadores del mundo…

En fin, que aquí no se para.

Entonces ¿para qué comprar más lotería? Hágame caso. Ahorre, que falta le va a hacer para los tiempos que vienen.

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