Pablo Casado pide el mando único. El término, lo use quien lo use, repugna al que haya leído La España de Franco de Chaves Nogales, donde retrata la ordenación jerárquica del régimen recién nacido tras la guerra. Si no, vale también la Colección de Proclamas y Arengas del Excmo. Sr. General don Francisco Franco (Sevilla, 1937). Eso sí que era el mando único. Pero, volviendo al asunto ¿es una rectificación de Casado? A juicio general, sí, al suyo, no. Casado ha debido reflexionar sobre su propia conducta al promover la oposición al Estado de Alarma. Cuando ha visto que -con las competencias derivadas a las autonomías y sin el paraguas legal del Estado de Alarma - el número de rebrotes amenaza la seguridad sanitaria de España y se ha puesto en peligro la credibilidad del país, como las restricciones de viajes y de cuarentena de distintos países - Inglaterra particularmente- está poniendo de manifiesto. La oposición de Casado no fue meramente verbal, ya que votó varias veces contra su mantenimiento. Naturalmente su silencio sobre ello es total. Su reflexión habrá sido en la intimidad, aunque su voto contra del mando único sanitario fue público.
Sostiene, sin embargo, Casado que puede haber medidas de restricciones de movimientos y de otros derechos fundamentales - fue un debate jurídico muy enconado durante el Estado de Alarma - con las leyes de Medidas Espaciales de Salud Pública, General de Sanidad,de CohesioÌn y Calidad del Sistema Nacional de Salud y la General de Salud Pública, en caso de pandemia, como el actual. Si no, se muestra dispuesto a proponer al gobierno nuevos instrumentos para que haya un plan alternativo con una corrección legislativa que parta del articulo 43 de la Constitución: “Se reconoce el derecho a la protección de la salud”, para que se perfeccione esa posibilidad de recorte de derechos sin Estado de Alarma. Juristas tiene el Estado y letrados las Cortes. En Madrid, por ejemplo, hasta ayer no eran obligatorias las mascarillas y faltan rastreadores. Mucho discurso, pocos hechos.
Los españoles perciben que con el mando único del gobierno central la pandemia se controló, tras los primeros tremendos momentos de zozobra. Con las administraciones autonómicas el panorama ha cambiado porque el poder coercitivo -salvo en las mascarillas y la distancia social- ha desaparecido. Hay un preocupante problema sanitario y una derivada, el paro arrecia. Y mucho.