El cortoplacismo, tan característico de la política como del periodismo, en definitiva tan característico de esta civilización del espectáculo, provoca, como se lamentaba Mafalda, que lo urgente siempre se anteponga a lo importante. Y ese es un riesgo moral nada desdeñable. Los titulares volcánicos mandan en el relato de la realidad, aunque a menudo traten de naderías superficiales o de asuntos que en 24h se habrán olvidado.
Viene estoa cuenta de la tasa de nacimientos en Málaga, con la cifra más baja en los últimos veinte años. Es un asunto mayor. De hecho, el suicidio demográfico , en el debate intelectual y académico, a pesar de la política o el periodismo. En España, hay más defunciones que nacimientos desde hace algunso añis. En Málaga, aún se mantienen a la par, pero al pasado año, se contabilizó un 7% menos de nacimientos que en 2017 y un 30% menos que hace diez años. La tendencia es terriblemente inequívoca.
Una sociedad envejecida, más aún que el resto de la vieja Europa, pone en peligro su futuro. Las sociedades mayores se vuelven conservadoras, no sólo en sus ideas, y adoptan mentalidades defensivas desentendiéndose de la innovación o la creatividad. Como dice Antonio Garrigues Walker, muy preocupado por este fenómeno, se pierde garra, curiosidad intelectual, sentido del riesgo, ambición… Un desastre que efectivamente pone en peligro el futuro.
Hace diez años, Málaga alcanzaba una punta excelente de nacimientos, un 30% más que ahora. Sí, un 30% más en diez años, con datos similares al baby boom de los setenta. ¿Qué ha pasado desde entonces? La crisis, claro está. La inestabilidad laboral y la marcha de inmigrantes que habían llegado buscando una oportunidad. Y esa inestabilidad laboral afecta sobre todo a las mujeres, para las que difícilmente cabe plantearse la maternidad. Que tener un hijo pueda ser una decisión catastrófica para la carrera profesional de una mujer es una injusticia, pero además se trata de una catástrofe social.
La miopía es un lastre moral. Enfocar sólo lo más inmediato pero tener dificultad para ver a cierta distancia anula la capacidad de mirar la realidad con perspectiva. Por eso, en efecto, lo urgente se antepone a lo importante. Y por eso apenas se aborda este desastre demográfico mientras se despilfarran energías en batallitas localistas de boina y campanario, o en vanidades inútiles. El canciller Bismarck decía que un político piensa en las próximas elecciones y un estadista en las próximas generaciones. Aquí, de hecho, ya sólo se piensa en el titular de mañana y en los clics en redes.
