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Cosplay

El único viviente que se señala y distingue por singular es el hombre; y necesita llamar la atención porque sin los demás no es nada

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Es que no es fácil ser originales, pero al hombre le encanta aficionarse a lo raro, de forma que llame la atención y atraiga las miradas. La visión de los semejantes es importante y nos es necesaria para seguir a donde vamos, que a veces a ninguna parte. Nos importa muchas veces más el qué dirán en marcha que el mero dicho. ¡Cualquiera ata cabos con esta España del sol y de los vientos, en la que, a menudo, se dice más cómo que diciendo! El vocabulario de ’sabios retintines del idioma’ está sin publicar y en espera. Ajustando, cosplay viene a decir, creo, así como jugar con disfraces, lo que es atrayente y deseado.
Al hombre le encanta el teatro, el escenario es el medio de expresión más antiguo que sigue en vigor, y de chanza de la propia suerte. Siempre fue del gusto bromear con la vida, poner sonrisa al drama, ironizar; y dar salida a la presión emocional es una garantía de salud mental que es muy aceptable. Algunos bien jovencitos vienen ya disfrazados, que enseñan las manías por las rendijas, y logran ser originales sólo dejándose llevar sin más esfuerzo. A veces sólo con publicarlo en la pantalla basta, conscientes de que queda publicitado y el mundo sigue en su estructura y no se estremece. No se sabe si el número de necesitados hace masa o es la psiquis la que se aplica a lo novedoso buscando una salida. Hay programas de TV curiosos sin pretenderlo o son pretendidos y confesos sin yo esperarlo. Los jóvenes tardan en madurar y pasan rachas de crestas de pelo o afeitadas o tatuajes o ropas ceñidas y sin ceñir, que da lo mismo, porque importa señalarse y lo demás es fruto del momento.
La digestión de ideas es más penosa que la de alimentos y tiene más revueltas y escaleras. Y cuanta más altura se coge, más complejo el salto y la contemplación más temerosa y más lejano aterrizaje y sobresalto. Estamos avanzados y ahora no sé si compensa, pero habrá que aguantar afirmando el paso; lo difícil es coordinar y ser felices al tiempo, pero estamos malditos y cada cual va a su aire y el goce mal repartido y la desgracia a su aire como la paella primeriza de un novato. Y tal ocurre que no hay remedio, aunque aparece fácil, y que nunca llegaremos uniformes a completar las filas recibiendo felicidad cada cual según la necesite. El gran enemigo se dibuja en el horizonte como el mismo hombre que acapara sin medida. El egoísmo fue garantía de persistir en un principio ¿y ahora quién lo quita?
Fue un fallo hacernos libres, pero ya no hay remedio; o quizás fue el acierto, a esta altura no se sabe muy bien ni da tiempo a saberlo. Algunos razonan con soltura de máquina de coser y ven todo seguido como las puntadas, pero la complejidad social de los hombres es más puñetera que a primer vistazo y siempre desazona. En el Valle Franco reunió a unos cuantos y esperó a que se murieran y así sí, pero de otra forma no es posible; ya veremos en qué queda todo un día cualquiera. Poner de acuerdo al personal parece imposible y más sin amenazas y dentro de la constitución. Y con democracia. Pero algunas veces que pienso se me ocurre que a lo mejor con buenos modos sí se podría; ¿nunca nadie lo ha intentado? No tengo ni idea de cómo saldría; oye por favor, ponte razonable y súmate a los demás sin zarandajas. ¿Y sabremos lo que es razonable y lo que no lo es? ¿Y sumarse al resto resultará sencillo para un hombre que ha hecho hábito de ir a lo tonto y volver del mismo modo? Y lo bautizamos como libertad.
En fin, que las cosas no están tan fáciles, que no consiste solo en pronunciar un anglicismo como hacían los adoctrinados con el latín. Sería noticia interesante que un día la TV proclamara que se han unido todos los hombres en un criterio; lo demás no tiene aliciente ni posibilidad. Yo me recuerdo los leones en jaula que arrastraba el circo de mi infancia; aprendí a filosofar viendo aquella leona apartando las moscas con semejantes zarpas de uñas aceradas. Y me sentí muy decepcionado, no sé si de la vida o de mis libros de aventuras africanas. Ahora veo que no es nada fácil madurar un niño en este ajetreo que nos traemos en este vivir y disimular y soñar solapados. Es más importante la escuela pública de lo que muchos se creen, tanto para repartir equitativos como para conservar lo que tienes en buen uso y aceptado. El rico llega a tal siempre que existan los ojos de un pobre que lo confirmen, pero la mayoría de los hombres esto no lo aprenden nunca, porque tenemos encima la maldición de la autonomía. El único viviente que se señala y distingue por singular es el hombre; y necesita llamar la atención porque sin los demás no es nada. O sea, que lo de individuo como el pijama o lo específico como el desorden, la fatal suciedad o el mal carácter, los llevamos sobre los hombros y hay que predecir cuál saldrá a la superficie en cada caso. Quizás por eso nos guste el disfraz y la improvisación y la ironía. Se trata de llevar un cobertor y en un momento tapar lo real y disimular la faldriquera. O sea, que somos complejos y más que nada complicados; unirnos hasta podría llegar a ser muy molesto.

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