La actriz y bailaora sevillana Cristina Hoyos, ha animado a los que empiecen en el mundo de cualquier faceta de las artes a que "que pongan mucha pasión y muchas ganas en lo que hacen", como único secreto para poder salir adelante.
En conferencia de prensa en el festival Islantilla Cinefórum, antes de recibir el premio honorífico Luis Ciges, Hoyos ha recordado cómo en sus comienzos "invertía lo poco que ganaba en seguir formándome, en aprender más y más, e intentando siempre aprender de los mejores".
"El baile para mí ha sido siempre una necesidad, no entendería mi vida sin él, porque lo siento en cada instante de mi vida e incluso cuando miro al cielo y veo volar a los pájaros, veo coreografías... Es sencillamente algo que no puedo evitar", ha dicho.
En un rápido repaso a su trayectoria, ha mencionado sus veinte años trabajando junto a Antonio Gades, su introducción en el mundo del cine de la mano de Carlos Saura, así como sus inicios con una compañía propia, "algo que hoy sería muy difícil, porque ha cambiado mucho el mundo del espectáculo y actualmente no es posible mantener una compañía grande en las condiciones en las que antes lo hacíamos".
Preguntada por su experiencia en el cine, Hoyos ha matizado "lo diferente que es expresar ante una cámara, que requiere medir mucho más tus movimientos para no salir de un encuadre, por ejemplo, o respetar ciertos ritmos cinematográficos..., algo que en el flamenco en vivo es impensable, porque es pura expresión sin limitaciones".
Aún así, ha valorado su paso por la industria, donde ha dejado otros muchos títulos, como Montoyas y Tarantos, de Miguel Escrivá (1989), o Antártida, de Manuel Huerga (1995).
De su trilogía con Saura, recuerda con especial cariño Bodas de Sangre, "porque fue la primera, es la que mejor refleja lo que es una compañía de baile, y fue donde pude presenciar el enamoramiento del cine con el flamenco".
En la actualidad, Cristina Hoyos se encuentra al frente del Museo de Flamenco de Sevilla y participa en otros proyectos cinematográficos, "apoyando a jóvenes directores que empiezan su carrera y ven el flamenco como fuente de inspiración para sus obras".
"Vivir del baile es muy duro: tienes que trabajar mucho y tu cuerpo se resiente, a veces te duele todo, pero tienes que levantarte y continuar, porque el baile es así, y eso sólo se puede resistir si es tu pasión y haces de ello tu vida", ha apostillado Hoyos.