Abengoa sigue dando pasos en su estrategia de venta de proyectos y filiales de la empresa como parte de su plan de salvamento para evitar el concurso. En este sentido, hace una semana firmó la venta al grupo constructor estadounidense Garney del que ha sido el mayor proyecto hidráulico logrado por el grupo andaluz en sus 75 años de historia: un acueducto de 225 kilómetros para incrementar y asegurar el suministro de agua a la ciudad de San Antonio (Texas, EEUU).
La compañía controlaba el 80% del consorcio Vista Ridge, junto a la firma local Blue Water System, que se adjudicó en octubre de 2014 después de más de dos años de negociaciones es gran proyecto cuyas cifras son mareantes. La construcción de la conducción requiere 844 millones de dólares (740 millones de euros), y los ingresos asociados a la gestión durante 30 años de esa infraestructura ascienden a 2.550 millones de dólares (2.230 millones de euros, al cambio de esta semana).
Abengoa, en función de ese porcentaje de control sobre el consorcio ganador, tenía que asumir una deuda de 590 millones de euros para ponerlo en marcha. Pero, al mismo tiempo, le correspondían casi 1.800 millones de euros en ingresos en tres décadas.
Crédito oculto
Abengoa, en cualquier caso, deja un mal sabor de boca en los gestores de la empresa pública de agua de San Antonio (SAWS). Y ello porque la compañía no informó a su cliente de que había firmado un préstamo de 120 millones de dólares, a través de Vista Ridge, con las entidades Santander, Royal Bank of Canada, Société Génerale y Sumitomo.
En marzo, la prensa local de San Antonio se hacía eco de las críticas de Robert Puente, presidente de SAWS, sobre la falta de información de Abengoa tanto sobre ese crédito como sobre otros muchos aspectos menores del proyecto sobre el que era difícil lograr información. Esos fondos de 120 millones eran para adquirir parte del acueducto, supuestamente, pero ninguna compra se ha hecho, según ha verificado SAWS.
Fuentes de Abengoa rehusaron explicar a los medios de Texas en qué se usó ese crédito y aseguraron que no informaron de él a la empresa pública porque no estaban obligados a hacerlo. Ahora, las autoridades estadounidenses están satisfechas por la entrada de un grupo local que asumirá el proyecto -Garney tiene su sede en Kansas, Texas-. Consideran que con ello se eliminan todas las incertidumbres sobre la financiación y ejecución del acueducto y su entrada en funcionamiento en 2020 como esté previsto.
Otras ventas
Avanzadas están también las ventas de dos filiales. Primero, la de biofuel, Abengoa Bioenergía, por la que la empresa recibió el mes pasado ofertas del grupo francés Cristal Union, del belga Alco, de la húngara Ethanol Europe Renewables, así como de fondos de inversión y alguna compañía petrolera. Bioenergía tiene un valor en libros de 4.256 millones, pero tenía fondos propios negativos de 400 millones a final de 2014. La filia, con siete plantas en Europa, otras siete en EEUU y tres en Brasil, está en preconcurso en España y EEUU. Pero perdió 254 millones en 2014 y otros 175 millones en 2013.
También está muy avanzada, para cerrarse incluso antes del 30 de junio cuando se prevé celebrar la junta de accionistas que aprobaría el plan de salvamento definitivo, la venta de Abentel. La filial instalación y mantenimiento de redes de telecomunicaciones, que tiene 700 empleados en España y Telefónica como principal cliente, acabará con toda probabilidad en manos del grupo sueco Ericsson.
Los sindicatos exigen a Abengoa que se respete el volumen de empleo ante el traspaso de filiales.
En sentido inverso, la empresa está intentando por todos los medios no tener que vender Inabensa, heredera de su negocio fundacional y que es una firma muy rentable.
El pasado jueves traspasó cuatro instalaciones fotovoltaicas en Sevilla y Jaén a Vela Energy (empresa española controlada por uno de los fondos que más bonos de Abengoa posee, Centerbridge), lo que supone eliminar 50,3 millones de deuda y una entrada de dinero neto en caja de 12,2 millones.