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Lo que queda del día

El esperado regreso de 'True Blood' y el frustrado de 'Criando malvas'

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  • Anne Paquin, a la que descubrimos siendo niña en El Piano, acompañada aquí de su vampiro Bill -

La HBO estrena esta semana en Estados Unidos la esperada segunda temporada de True Blood, que posiblemente llegue a nuestras pantallas antes de final de año. La serie, creada por Alan Ball (A dos metros bajo tierra), relata la convivencia entre humanos y vampiros en el estado de Lousiana, después de que se haya comercializado la venta de una sangre artificial embotellada que impide que los segundos tengan que alimentarse de los primeros para sobrevivir. La trama de fondo de la primera temporada se centraba en la resolución de una serie de asesinatos siniestros que, a fin de cuentas, no eran sino la excusa para profundizar en otras muchas cuestiones relativas a la trivialización del sexo, a la pervivencia del racismo, a las conductas de corte sociológico o a a la capacidad de manipulación de aquellos que ostentan el poder y saben tejer sus reded sobre la ignorancia de comunidades marcadas por la superstición y los ritos sagrados.




Es cierto que hubo facetas de la serie que parecían ir en contra de su integridad narrativa -con la incorporación de otros seres de corte fantástico-, pero siempre con el beneplácito de los seguidores de esta novedosa y original propuesta televisiva que ha marcado un paso más dentro de la satisfactoria y envidiable carrera de la HBO. 

Por otro lado, Canal+ estrena este mes de junio la segunda -e incompleta- temporada de Criando malvas. Ya en su momento elogiamos las virtudes de esta original comedia fantástica sobre un pastelero reconvertido a detective privado que posee el don de resucitar a los muertos durante un minuto, tiempo en el que aprovecha para recabar datos sobre el asesino y precipitar la resolución de cada caso. Aunque, en realidad, no es tan sencillo: la serie cuenta con unos decorados excelentes, una fotografía colorista y un guión bien dotado del sentido del humor, que frente a los trazos gruesos, de cuento infantil, en que se desarrolla cada una de las secuencias, aporta situaciones tan memorables como la del romance que mantiene el pastelero con su novia Chuck, a la que resucitó de entre los muertos y no puede volver a tocar si no quiere devolverla al más allá.

Pese a todo, la segunda temporada cuenta con un inconveniente. No tiene final. Su emisión fue suspendida ante los datos de audiencia y el elevado coste de producción de cada episodio. No sé si Canal + ha tenido acceso al último capítulo, en el que se iba a desvelar la identidad del padre del protagonista, aunque lo cierto es que en internet se ha perdido todo rastro de la serie después del capítulo titulado 'The norwegians'.

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