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Qué vergüenza y qué asco

Lo que faltaba para completar el panorama de la vergüenza nacional: la querella de un grupito ultraderechista contra el juez Garzón y su admisión a trámite por el Tribunal Supremo...

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Lo que faltaba para completar el panorama de la vergüenza nacional: la querella de un grupito ultraderechista contra el juez Garzón y su admisión a trámite por el Tribunal Supremo, y en un tema de la envergadura de la memoria histórica. Cómo hemos ido para atrás como el cangrejo desde los luminosos años de la transición política. Los creyentes en una democracia avanzada nunca habrían imaginado una situación de retroceso como la que estamos viviendo, gracias a las presiones de los sectores más ultraconservadores y a la flojera de otros que tiempo atrás parecían ya adaptados a los nuevos tiempos y al régimen de libertades que nos dimos tras el franquismo. Pues el juez Garzón no puede, al parecer, alimentar la definitiva liquidación del franquismo sin que tropiece con sus más contumaces defensores. Me da un asco infinito y también me dan ganas de coger el avión y poner tierra de por medio. Todo ello en unos días en los que la campaña de las elecciones europeas se sale de madre por los mismos circuitos, incluidos los afectados por el océano de corrupción.

La figura del juez Garzón es de una gran solidez a escala planetaria. Sus esfuerzos por hacer brillar el derecho y la justicia en el ámbito universal y español no dejan indiferentes a quienes están interesados en cualquier cosa menos en que esos esfuerzos prosperen. Los misilazos y las pedradas contra Garzón ya son un clásico de lo más bajo y rastreo. Lo que lamento sinceramente es que nada menos que el primer partido de la oposición aplauda, como acaba de hacerlo, esta nueva agresión a la figura señera del juez español. Hombre, era un momento para dejar de lado la inquina por el egoísta interés del caso Gürtel y dar paso a un comportamiento noble y generoso, en lugar de sumarse a la denuncia de un grupo ultraderechista. Aunque se esté, como lo está el PP, en contra de que prospere lo mejor de la memoria histórica, empezando por el terrible tema de las fosas. Pero ni por ahí. Qué vergüenza y qué asco. Los demócratas españoles no se merecen esto.

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