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Derroche de Amor y Esperanza por Cádiz

Las campanas de la Iglasia de La Palma repicaban al mismo tiempo que lo hacían las del Convento de San Francisco para abrir las puertas que dejaban ver la luz a la Cruz que guiaría el camino del Nazareno del Amor y Nuestra Señora de la Esperanza.

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  • Nuestra Señora de la Esperanza iniciaba su camino con un primer martillazo dado por el torero Canales Rivera. -
Las campanas de la Iglasia de La Palma repicaban al mismo tiempo que lo hacían las del Convento de San Francisco para abrir las puertas que dejaban ver la luz a la Cruz que guiaría el camino del Nazareno del Amor y Nuestra Señora de la Esperanza.
Centenares de penitentes se iban abriendo paso entre una plaza ansiosa por ver a una de las tallas que más devotos tiene. Minutos después, sobre su singular, y no menos espectacular, trono caoba y dorado, el Señor del Amor aparecía, con una perfecta maniobra de los cargadores para evitar el choque de la cruz del Señor con el dintel del templo franciscano.
Entre los aplausos del numerosos público, el Nazareno Blanco iniciciaba su camino entre los naranzos de la plazoleta hacia su tradicional visita a la Residencia Alvernia, donde sus ancianas vecinas, entre lágrimas de emoción, le tenían un año más preparado una lluvia de pétalos de claveles que termina convirtiéndose en una alfombra roja.
Por detrás, Nuestra Señora de la Esperanza iniciaba su camino con un primer martillazo dado por el torero Canales Rivera, muy ligado a la Hermandad.
Hermosa como siempre, lucía aún más radiante con su palio y manto verde bajo el radiante sol que lució toda la tarde.

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