Más de la mitad de la factura española de la electricidad se debe a costes de política pública, según un informe presentado este lunes en Madrid y elaborado por el 'senior research fellow' del Oxford Institute for Energy Studies David Robinson.
Robinson indica que, por cada 100 euros en el recibo de la luz para consumidores domésticos, cerca de 51 euros provienen de impuestos, gravámenes y otros conceptos introducidos por los gobiernos para financiar las políticas públicas.
Esta circunstancia, a la que el experto denomina "cuña gubernamental", es la que convierte a España en uno de los países de la UE que mayores cargas soporta por los distintos conceptos incluidos en los recibos que pagan los pequeños consumidores.
El resultado de las políticas aplicadas es que España tiene uno de los precios eléctricos para usos domésticos más altos de la Unión Europea, a pesar de que sus costes en áreas como la distribución o la generación están entre los más bajos de la UE.
El informe aboga además por alcanzar los objetivos medioambientales mediante la competencia y por que las políticas públicas se financien con recursos ajenos a las tarifas eléctricas.
Robinson también señala que España sale "relativamente favorecida" con respecto a España en los precios para consumidores industriales. Sin embargo, las facturas de los consumidores domésticos españoles se encuentran entre las más altos de la UE, como consecuencia fundamentalmente de la "cuña gubernamental", señala.
PRECIOS INDUSTRIALES Y DOMÉSTICOS.
El informe también muestra que, en el primer semestre de 2013, España ocupó el decimoséptimo puesto de la UE en lo que se refiere a precios para grandes consumidores industriales.
De esta forma, existen dieciséis países, entre ellos Italia, Alemania, Reino Unido y Portugal, con precios más altos. En el mismo período, y para las industrias de tamaño medio, España ocupó el noveno puesto.
Por el contrario, entre el segundo semestre de 2007 y el primer semestre de 2013, los precios para los consumidores domésticos aumentaron un 59,1% en España, y tras este incremento los precios pasaron de situarse ligeramente por debajo de la media de la UE en 2008 a ocupar la sexta posición.