Una cuestión son las dificultades por las que pasa el automóvil eléctrico como precursor de un nuevo modelo de de movilidad y otra muy distinta son los esfuerzos que realizan los fabricantes por ir “adiestrando” al mercado sobre las nuevas formas de moverse, con algunos “disparos" muy certeros, como el que representa el Renault ZOE.
El Renault ZOE, tan peculiar en sus planteamientos que más parece un “concept car” que un pequeño coche de producción en serie, es capaz de resolver, con cero emisiones, los desplazamientos urbanos intensivos, aunque no todo son ventajas, porque algún inconveniente guarda.
El ZOE es el cuarto eléctrico de la marca francesa (Twizy, Fluence y Kangoo, son sus compañeros de aventura) y el único, junto al pequeño Twizy, concebido para ser eléctrico desde el primer momento, desde el papel en blanco del que han partido diseñadores e ingenieros.
Un aspecto relevante en el ZOE es una buena capacidad de carga, con 338 litros disponibles, muy aprovechables, distribuidos en un maletero algo profundo que incomoda la carga.
El ZOE se presenta, además, con argumentos técnicos y comerciales que consolidan la propuesta de movilidad eléctrica que está formulando la industria del automóvil y que con distintas formas, soluciones y combinaciones, no tiene marcha atrás.
Desde la perspectiva técnica, ha sido desarrollado sobre la plataforma utilizada para el nuevo Clio, por lo que se construye sobre bastidor eficiente, capaz para recibir altísimas potencias y esfuerzos dinámicos límites.
El coche confirma sus buenas maneras sobre el asfalto, con capacidad sobrada para su medio natural, que es el urbano y, quizá, alguna salida a los suburbios.
En un eléctrico es inevitable el estrés que provocan los actuales rangos de autonomía. Se vive una conducción pendiente de la eficiencia, de preservar energía para tener la mayor independencia posible de la hora de la recarga, y ello incita a otro tipo de conducción. Se rueda más calmado y se aprende a utilizar la inercia del coche para ahorrar consumo e, incluso, generar algo de energía eléctrica.
Respecto a la plataforma del Clio, el centro de gravedad del coche ha sido rebajado en 3,5 centímetros, mientras la anchura de vías crece 1,6 centímetros. La rigidez a la torsión de la plataforma y la carrocería ha aumentado un 55 %.
El ZOE tiene un tren motriz basado en el un motor eléctrico de síncrono de 65 kW (88 CV) y un par máximo de 220 Newton por metro que se entregan en el mismo instante de pisar el acelerador.
Esta es la gran diferencia con un motor convencional, hasta el punto de que la aceleración de 0 a 50 km/h, un rango de utilización frecuente en ciudad, es de 4 segundos.
La aceleración es lineal y sin tirones, gracias al reductor que transmite la velocidad de rotación del motor a las ruedas sin sistema de embrague ni convertidor de par. La caja automática ideal.
Las recuperaciones tiene el mismo tono, con sólo apretar el acelerado el motor entrega todo lo que tiene. Pero, ojo, que los aceleraciones son kilómetros de menos.
El coche exhibe una rodadura de automóvil de alta gama. El silencio es muy evidente y la rodadura está muy filtrada. Hasta los 40 km/h, aproximadamente, apenas hay ruidos procedentes del funcionamiento del motor o del exterior, y a partir de ahí predominan los ruidos dinámicos, especialmente el choque del aire.
A la hora de definir su posición en el mercado desde el punto de vista comercial, el ZOE es un punto y aparte. No puede ser encuadrado en un segmento específico dentro del mercado eléctrico, porque no tiene un competidor directo, salvo la cercanía de su pariente Nissan Leaf, que milita en la liga de los compactos.
La ciudad y los suburbios son el escenario idóneo para este coche, que ofrece una autonomía en torno a los 150 kilómetros, todo depende del estilo de conducción y de condiciones ajenas al conductor, como la temperatura ambiental, porque la utilización del aire acondicionado o la bomba de calor restan kilómetros de uso. En condiciones ideales, que nunca se dan, el coche debería recorrer los 210 kilómetros publicitados.
Si el automovilista se ajusta a los que ofrece el ZOE, todo lo demás es cuestión de cálculo. El ZOE cuesta como mínimo los 13.650 euros (18.200 dólares) de la versión básica Life, una vez descontadas las ayudas a la compra de vehículos eléctricos, de 5.500 euros en este momento, que difícilmente se mantendrán en esta cantidad en los próximos meses.
Con todos estos datos sobre la mesa es fácil el cálculo y llegar a una conclusión de oportunidad. La calculadora impone su ley más que en ningún otro tipo de coche.
Renault Zoe, disparo certero...
El Renault ZOE, tan peculiar en sus planteamientos que más parece un “concept car” que un pequeño coche de producción en serie, es capaz de resolver, con cero emisiones, los desplazamientos urbanos intensivos, aunque no todo son ventajas, porque algún inconveniente guarda.
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