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La oración cofrade

Nuestro Obispo, en su homilía del pasado Miércoles de Ceniza en la Catedral, citó la frase de un antiguo político cristiano español cuando decía: "En la actualidad hay pocos cristianos que recen y los que rezan, rezan poco" Los cristianos, los cofrades, rezamos menos de lo conveniente.

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  • Un nazareno rezando una oración. -
Nuestro Obispo, en su homilía del pasado Miércoles de Ceniza en la Catedral, citó la frase de un antiguo político cristiano español cuando decía: "En la actualidad hay pocos cristianos que recen y los que rezan, rezan poco" Los cristianos, los cofrades, rezamos menos de lo conveniente. Estamos demasiado ocupados y vivimos en una época poco propicia para la oración. 

La sensibilidad de nuestros conciudadanos ya no es capaz de captar idea alguna de trascendencia. Se ha vuelto amorfa, se ha embotado con minucias. Y nosotros nos dejamos llevar. Pero Gregorio Nacianceno, Padre de la Iglesia del s. IV ya decía que: "Hay que acordarse de Dios con más frecuencia de la que se respira". Para ello debemos tener claro que se nos ha manifestado, por ello podemos correr a su encuentro y hablarle, que eso es la oración. 


Y nada mejor para hacerlo que el silencio interior en medio de nuestra agitada vida. O la búsqueda de un lugar propicio donde encontrar la serenidad necesaria para este diálogo. Decía el evangelista Lucas que Jesús: "se retiraba a los lugares solitarios donde oraba" Y Mateo nos relata el tipo de oración que hacía y que nosotros debemos practicar: "Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres…" 

Oración privada o comunitaria, pero oración humilde, auténtica; así debe ser la oración cofrade. Oración de rodillas ante nuestras imágenes sagradas, pues el gesto corporal es portador de un sentido espiritual. Esas rodillas que para los hebreos eran un símbolo de fuerza, por tanto, doblarlas, era expresión de reconocimiento y adoración. Para nuestra cultura moderna - que quiere erradicar los valores cristianos sin sustituirlos por otros- la "postratio", el caer de hinojos y orar es algo sin valor. 

Es una sociedad alejada de la fe y considera ridículos nuestros gestos, pues no reconoce a Aquel ante quien nos postramos los cristianos. Pero son tan sólo gestos de fe. El que aprende a creer aprende a arrodillarse y adorar.
Rezar ante una imagen de la pasión del Señor es aprender una forma nueva de mirar las cosas que perciba lo invisible en lo visible. Decía el Papa Ratzinger en su libro "El espíritu de la liturgia" que: "la sacralidad de la imagen consiste precisamente en que procede de una contemplación interior, y, por esto mismo, lleva a una contemplación interior”. 

El cofrade ve más allá de la imagen cuando se postra a sus plantas y le abre su corazón. Abre sus sentidos - que forman parte de la fe - y aprende a contempla de una forma nueva. Rezar ante una imagen es romper en un momento ese silencio de Dios que invocan los escépticos, pues el que reza distorsiona el tiempo y acorta la distancia con lo divino. La imagen nos abre los ojos, nos hace ver en lo sensorial; nos adentra en el Misterio. 

Oremos los cofrades, con humildad, sin aspavientos, sin afectación alguna, con autenticidad, concentrados en nuestro diálogo interior. Oremos en nuestros cultos cuaresmales, y más tarde en nuestra vida diaria y expresemos nuestra entrega al que se nos ha revelado. Oremos confiadamente ante la severa majestad del crucificado magdalenero, o ante la mansedumbre del Ecce Homo dominico. Oremos postrados de rodillas ante el Dios de la Humildad y Silencio o ante la grandeza abismal del señor de la Buena Muerte. Busquen nuestros ojos la belleza del último suspiro expirante del Jesús más humano que muere en su nube de incienso, el agobio del Nazareno de Jaén, luz de la madrugada. Oremos sin descanso… 

Quizá, como decía nuestro Obispo, los cristianos, los cofrades recemos poco, pero también hacemos otro tipo de oración que tiene tanta fuerza como otras. Y, en esa, no nos gana nadie. Es la oración de la pasión que ponemos en nuestra actividad cofrade. La pasión de la entrega desmedida, de los malos ratos, de los encontronazos dolorosos con nuestros hermanos, de los desaires que aprendemos a soportar, de los pequeños fracasos, de todo lo que hay que pasar para que Jaén aprenda a rezar en la calle. Eso es también una oración. Una oración cofrade.

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