Y, debido a la dulce miel del rocío de mi alba, saqué la bandera blanca y guardé la guadaña de mi pluma estilográfica. Aunque, no me faltaron ganas de darles leña de la buena a los mandatarios.
Porque, hay que ser una gallina clueca para no levantar la voz, contra el holocausto que está cometiendo Israel contra el pueblo palestino.
Pero también estuve a punto de cantarles las cuarentas y darles julepe, a los fuleros remendones políticos españoles, debido a la peligrosa situación económica y social…, que se palpa por todos los rincones de esta decadente España cañí.
Porque, hasta las asociaciones de jueces por primera vez en la historia, han convocado movilizaciones. Protestas, que apoyo y aplaudo.
Estimadas-os lectores, como me propuse al inicio no desbocarme un jueves más, me dije con acento andaluz: Sargue pisha vaselina perfumada, para que no se te desboquen los caballos de tu alma poética gaditana.
Y exporta al mundo algo bueno de tu tierra, a través de El Faro y de los cien foros de internet donde colaboras, porque ya es Carnaval en el Teatro Falla de Cádiz donde las comparsas, coros y chirigotas, están concursando con sus pasodobles, tanguillos y popurrí.
Pos vale, pero no pueooo, no pueooo al hervirme la sangre de tanto libertinaje político existente.
Pero, haré un esfuerzo porque llevo meses con intención de escribir sobre un lugar especial algecireño llamado Bar La Esquina, sito frente al Edificio Rinconcillo junto al aparcamiento. Establecimiento, que suelo frecuentar una vez a la semana, lo mismo que los creyentes visitan los domingos las iglesias y capillitas.
En La Esquina, en una de sus paredes tiene un cuadro colgado que dice: “Esta casa se enorgullece de la calidad de sus clientes”. Y, este caballero cubierto, al haber residido en Cataluña y creer que el Barça es más que un club, considero también que La Esquina es más que un bar restaurante, ya que aparte de la calidad de sus productos, jamás había observado un trato tan exquisito y familiar, como el que recibe toda la clientela sin distinción de clases, por parte de su propietario Juan Moreno, así como por José, Rubén y Paco.
No crean, que lo digo para que me salga de válvula la próxima vez que vaya.
Porque, desde finales de los años sesenta, cuando tenía dieciséis años, emigré con una mano delante y la otra detrás más tieso que una mojama, desde mi querido Campo de Gibraltar a tierras lejanas en busca de un mundo mejor.
Y, en treinta años rulando por las Españas, frecuenté comedores cuarteleros, bares de poco lustre... Y estaba hasta el sombrero de comer arroz a la cubana, tortillas francesas en pan con tomaca, chuletas riojanas al sarmiento, sopa soriana a la pastora y cocidos madrileños.
Pero, cuando regresé definitivamente a Aesiras mares (Algeciras) hace unos ocho años como un perro de caza rastreando la zona fui localizando lugares sin humos, ni ruidos y ni aditivos.
Y, cuando localicé el Bar La Esquina, le di un par de besos a mi rubia y exclamé, ¡por fin, encontramos el pescadito fresco que buscábamos!
Porque, al ser ella una sirena de la Bahía y yo un lobo de los mares del Estrecho de Gibraltar, necesitábamos como agua de mayo, pegarnos homenajes degustando de nuestras costas: boquerones, pijotas, gambas, almejas, coquinas, brótolas, navajas, atún, puntillitas, calamares, huevas...
Todo cocinado en su punto con la profesionalidad y esmero de Rosario, Natalia y Engraci.
Y, a muy buen precio, siendo esta otra de las causas, para que sea muy frecuentada La Esquina, por una clientela selecta de diferentes status y capas sociales algecireñas.