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Que se vayan que no hacen ninguna falta

Publicado en El Faro Información el 30 de abril de 2011

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De todas las citas que se le atribuyen a Churchill, que si bien, parece imposible que las hubiera pronunciado todas, pues habría estado sin parar de hablar toda su vida, muchas son extraordinariamente gráficas, la que más me gusta, por cumplirse siempre es: “cada pueblo tiene los gobernantes que se merece”. En estos días de grave situación económica y peor laboral, me vienen a la cabeza los empleos que se pierden en nuestra comarca con la total inacción de nuestros políticos, y mucho peor, con la total alegría de quienes les votan. Me he dado un paseo y he visto donde estuvieron los cuarteles, aquí y allí. Aquí debo decir que el destino que se ha dado a tales edificios es bastante desigual y la peor parte la lleva Algeciras, como ya nos tiene acostumbrados.

Viendo estos cadáveres inmobiliarios me dio por acordarme de las tropas que han dado sentido, personalidad y mucho, mucho dinero y puestos de trabajo al Campo de Gibraltar.  Me acordé de la C.O.E. de Tarifa, el Pavía nº 19 de San Roque o el destacamento de Ballesteros de La Línea. Recordé cómo el Extremadura nº 15 daba comienzo a lo que es hoy la avenida Blas Infante en Algeciras. El RACTA 5, sus baterías de costa, el Parque de Artillería, la unidad de Automóviles y en fin, la tremenda cantidad de cuarteles que había en la comarca. Dos generales coexistiendo permanentemente, la división Guzmán el Bueno, el Gobierno Militar, representación de la Armada, Ejército del Aire y el de Tierra; más de tres mil quinientos hombres que dejaban sus sueldos en la comarca. Compraban viviendas y contribuían al desarrollo comercial y social de las poblaciones campogibraltareñas.

Con la profesionalización y posterior ajuste del Ejercito Español, llegaron los recortes. Era de esperar que afectase a una plaza tan tradicionalmente castrense como el Campo de Gibraltar. Pero he aquí el momento en que las palabras atribuidas a Winston Churchill alcanzan su dimensión profética o incluso de regla matemática. Mientras que en otros ámbitos geográficos las autoridades políticas han luchado con todos sus recursos para evitar la marcha de sus guarniciones, el Campo de Gibraltar las ha perdido por completo. Al mismo tiempo que en otros lugares de Andalucía han visto nacer cuarteles y agrupaciones militares, en nuestra comarca han desaparecido por completo. Desde las instancias políticas, hemos contemplado a la extrema izquierda congratularse por ello de manera abierta y sin complejos, a la izquierda gobernante hablar en vacío o simplemente no hablar del hecho y a la derecha fofa y paniguada, ponerse de perfil como nos tiene ya habituados. Y volviendo a las palabras del más famoso de los primeros ministros británicos, el pueblo: ese concepto tan largamente definido que nunca se sabe bien quiénes son, el pueblo del campo de Gibraltar, casi mimetizado con sus políticos-o viceversa, nunca lo sabré-ha actuado con la habitual desidia, simple ignorancia o incluso, como es el caso de la extrema izquierda, alegrándose ostensiblemente de tal hecho.

Pues bien, con la profesionalización de las tropas españolas, la comarca ha perdido un buen número de puestos de trabajo. Consumidores del comercio local. Compradores de vivienda. Padres de nuevos campogibraltareños.

Al igual que ocurre con el patrimonio cultural, con las riquezas naturales, con las propias tradiciones, los campogibrlatareños no son capaces de valorar lo propio y viven en una total falta de cosmovisión, un aislamiento que sorprende. Una autocomplacencia que aterroriza. Hemos visto crecer toda Andalucía, toda España de manera más que sorprendente, mientras nuestras poblaciones se han estancado, cuando no han retrocedido en todos los aspectos.

En fin, la comarca ha perdido calidad y cantidad. Una vez más, somos reos de nuestra propia condición, no somos más que lo que proyectamos y a la vista está, que cada día somos menos y más ramplones. Luego vendrá la comandancia de la Guardia Civil, las industrias, el puerto y…aún habrá quien diga como se dijo de los militares “¡que se vayan, que aquí no hacen ninguna falta!”. Qué listos somos.

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