Negros con barretina
Si los caminos del Señor son inescrutables, deberemos reconocer que los caminos de la integración son impredecibles...
Si los caminos del Señor son inescrutables, deberemos reconocer que los caminos de la integración son impredecibles. Si hace unas semanas nos hubieran planteado la posibilidad de que algún subsahariano, residente en Cataluña, saliera a la calle ataviado de payés, con la faja, el chaleco, las alpargatas, y, por supuesto, la barretina, en un día cualquiera, hubiéramos mostrado nuestra incredulidad, pero, de momento, ya hay tres de ellos que salen de esa guisa a la calle. Bien es cierto que no es por amor al folklore, sino debido a que prestan sus servicios en una empresa dedicada a cobrar facturas de moroso. Visto el éxito del llamado cobrador del frac, estos imitadores han ideado el cobrador payés, que sigue al moroso a todas partes. Claro que para que nadie llegue a pensar que se trataba de fugados de alguna institución dedicada al fomento de la sardana, han elegido a ciudadanos subsaharianos, cuyo color de piel se acerca al de la Virgen de Monserrat, pero que no es el más frecuente entre sus fieles creyentes.
Si hace algún tiempo doña Marta Ferrusola, señora de Pujol, mostró su preocupación por una Cataluña futura en la que los minaretes compitieran en número con las torres de las iglesias católicas, dentro de poco, si la crisis económica sigue su curso, pasear por Barcelona tendrá la posibilidad de contemplar a numerosos ciudadanos de color ataviados con el llamado traje regional, que debido a la inflación me imagino que ya será denominado traje nacionalista. Mira por dónde, aquellos empeños de la Sección Femenina por reivindicar el atuendo tradicional van a tener su continuidad con otro régimen político.
Los subsaharianos no sólo se integran, sino que van a resultar ser más promotores del traje folklórico que los aborígenes. Habrá que buscar un cierto equilibrio. Propongo que los miembros del Gobierno catalán acudan a las sesiones vestidos de payeses y con barretina.
Si hace algún tiempo doña Marta Ferrusola, señora de Pujol, mostró su preocupación por una Cataluña futura en la que los minaretes compitieran en número con las torres de las iglesias católicas, dentro de poco, si la crisis económica sigue su curso, pasear por Barcelona tendrá la posibilidad de contemplar a numerosos ciudadanos de color ataviados con el llamado traje regional, que debido a la inflación me imagino que ya será denominado traje nacionalista. Mira por dónde, aquellos empeños de la Sección Femenina por reivindicar el atuendo tradicional van a tener su continuidad con otro régimen político.
Los subsaharianos no sólo se integran, sino que van a resultar ser más promotores del traje folklórico que los aborígenes. Habrá que buscar un cierto equilibrio. Propongo que los miembros del Gobierno catalán acudan a las sesiones vestidos de payeses y con barretina.
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