Además de todo eso, trozos de juguetes, una camiseta, una silla, cuerdas, condones (que no falten), un colchón que no tenía nada que ver con lo anterior y un manta, idem. Papel de aluminio para envolver bocadillos, toallitas húmedas usadas manchadas de excrementos y otros fluidos, un envoltorio de lentillas, una chancla, un arco de madera, numerosas latas y un tubo grande negro para terminar.
No es ni la cesta de la compra después de usada ni una receta para construir un artilugio para un MacGiver aficionado con el que conseguir salir de donde lo tienen secuestrado, sino lo que se puede recoger en la playa de Camposoto, playa con la Bandera Azul de los Mares Limpios de Europa, en el periodo de tiempo de una hora y en cien metros lineales de litoral. Y sin correr mucho.
Lo peor es que todo ese desperdicio, muebles y enseres sin que previamente haya barbacoas multitudinarias, no está en el suelo por falta de papeleras, sino porque en muchos casos están llenas sin retirar y en otros les coge muy lejos a los que prefieren que los servicios de limpieza no les falte el trabajo.
Ejercicio de concienciación
Los datos son los resultados de la labor de concienciación que hace el colectivo La Regadera en la playa de Camposoto, en este caso, como parte de sus funciones que pasan, ni más ni menos, que por dejar constancia tanto de la falta de civismo de la gente como de la falta de diligencia de las autoridades competentes.
Ha sido, además, la forma que ha encontrado La Regadera de contestar a la noticia aparecida en INFORMACIÓN el pasado 19 de julio, en la que la Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor (Aedac) felicita a la ciudad de San Fernando por la obtención de la bandera azul, por el “excelente estado” de la playa de Camposoto.
Según la página oficial de la Aedac, la presencia de una Bandera Azul en una playa reconoce y estimula el esfuerzo de algunas comunidades locales por conseguir que dicha playa cumpla determinados criterios de legalidad, accesibilidad, sanidad, limpieza y seguridad, así como cuente con una información y gestión ambiental adecuadas.
“Ante la falta de actividades de concienciación medioambiental en nuestras playas, el pasado domingo 17 de julio, un grupo de ciudadanos de San Fernando se reunieron en la Playa de Camposoto para recoger basura, construir una escultura, y finalmente depositar la basura recogida en las papeleras correspondientes”.
Evidencia del incivismo
El resultado fue el mencionado, en tiempo y superficie y el hecho de que después de construir la escultura con los desechos los depositaran donde deberían de haber estado desde el principio, deja a la claras dónde esta el mal de fondo independientemente de que el servicio de Limpieza de la ciudad no sea para tirar cohetes.
Vistos estos resultados y repartiendo para todos sitios, el colectivo La regadera opina que, “ni el Ayuntamiento de San Fernando, ni los ciudadanos de esta ciudad, debemos sentirnos orgullosos de una playa que entre su arena esconde numerosos cristales rotos y latas oxidada, con el consiguiente peligro para los bañistas”.
Los promotores de la iniciativa entienden que la relación que tiene que regir entre la playa y los usuarios, debe ser una relación basada en “el uso, disfrute y respeto entre uno de los ecosistemas más valiosos de San Fernando y los ciudadanos, lejos de la lectura que suelen hacer los poderes públicos y el sector privado, que fomentan la relación consumidor-producto de nuestras playas en vez de la de usuario responsable”.
El colectivo La Regadera no es el único que le pone la cara colorada a los responsables públicos que no conciencian y a los ciudadanos que sienten vergüenza ajena por los que tiran las cosas donde les pilla más cerca.
Los scouts de Erytheeia o los piragüistas de San Fernando Kayak realizan periódicamente campañas de concienciación, aunque no pueden predicar con el ejemplo porque el ejemplo sería no ensuciar. Y ellos se limitan a limpiar lo que otros ensucian con profusión en zonas especialmente sensibles medioambientalmente.