El tiempo en: San Fernando
Publicidad Ai
Publicidad Ai

San Fernando

Se vende un 'templo' y una 'universidad' del flamenco: la Venta de Vargas

"Nos gustaría que no la cogiera una persona cualquiera, que haga un 'chino' allí. Buscamos a alguien con respeto a lo que es", señala Lolo Picardo

Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
  • La Venta de Vargas. -

La Venta de Vargas, en San Fernando (Cádiz), un lugar que más allá de ser un restaurante es un 'templo' de la historia del flamenco y ha sido una 'universidad' fundamental para artistas como Camarón de la Isla, ha colgado el cartel de "Se vende".

La venta busca un nuevo propietario que quiera mantener el legado de este histórico local, tan emblemático que el Ayuntamiento de San Fernando ubicó a su vera una estatua de homenaje a Camarón de la Isla primero y el museo dedicado al genial cantaor después.

"Nos gustaría que no la cogiera una persona cualquiera, que haga un 'chino' allí. Buscamos a alguien con respeto a lo que es, que le guste la hostelería y el flamenco, que quiera seguir haciendo de ella lo que es, un faro que alumbra el flamenco", ha explicado a EFE Lolo Picardo, uno de sus dueños y miembros de la saga que creó esta venta hace 88 años.

El negocio va bien, sigue siendo un restaurante de comida autóctona que presume de haber inventado las actuales tortillas de camarones, ofreciendo cenas con flamenco y, desde hace unos años, auspiciando cada años los premios 'Leyenda del Flamenco'.

"El año pasado cuando murió de forma repentina un trabajador nuestro con 54 años que ya era casi de la familia, nos empezamos a hacer miles de preguntas, nos preguntamos que pasaría con cada uno de nosotros si nos pasara eso", cuenta Picardo.

La venta tiene ocho propietarios, las dos viudas de los hermanos José y Lolo Picardo que la gestionaron antes y sus seis hijos.

"Algunos vivimos y trabajamos en la venta y otros no, y la cosa se va poniendo más difícil porque nuestros hijos estudian carreras, ninguno ha salido con la vena de la hostelería ni con la del flamenco. Mis hijos por ejemplo han hecho carreras sanitarias todos", explica.

  Las preguntas llevaron a una respuesta: vender la Venta de Vargas, cuenta "con mucha pena" Picardo.

"No hay otro camino. La otra solución era que uno de nosotros se la echara a la espalda. Pero no se regala, se vende por bastante dinero, ninguno tiene capacidad para quedársela y pagar a los demás", añade.

La Venta de Vargas se vende desde febrero, pero ha trascendido ahora.

 En este tiempo ha tenido "muchos novios, pero no se ha llegado a ningún matrimonio. Hay varios pensándoselo, no es como comprar un paquete de tabaco", indica Picardo.

Donde Camarón comenzó a cantar

Se abrirá así un nuevo tiempo en la historia de la Venta de Vargas, que se inició alrededor de 1921 cuando a las afueras de San Fernando se abrió este local para servir a la gente que pasaba por la carretera.

Catalina Pérez, una gitana que lo mismo vendía buñuelos en la feria que ropa de forma ambulante, comenzó a llevarla esporádicamente, hasta que en 1937 volvió su hijo Juan Vargas, que había sido cocinero en la Guerra Civil, y le animó a establecerse allí.

Catalina y su hijo Juan crearon así la Venta de Vargas y sumaron al negocio a otra mujer de la familia, María Jesús Picardo. Allí inventaron, cuenta Lolo Picardo, las actuales tortillitas de camarones, cuando decidieron cambiar la harina de garbanzo por una fina capa de harina de trigo a la que le salían "muchos encajes" al freirla.

Además de cocinar, Juan Vargas "cantaba muy bien por alegrías" y "daba cobijo todos los flamencos" en un tiempo en el que no existían ni tablaos ni otros escenarios para ellos.

Con el tiempo se convirtió en un lugar en el que encontrar a "la cantera" del flamenco y descubrir a artistas y en el que, por ejemplo, Lola Flores y Manolo Caracol, vivieron mientras se rodaba la película "Venta de Vargas" (1959).

Fue un espacio fundamental para Camarón de la Isla: "desde los 7 años se pasaba por allí, estaba muy cerca de la fragua de su padre y del puente Zuazo, donde se iba a bañar. Iba a ver a los artistas y a sus amigos del barrio, mi padre y mi tío, era como su segunda casa", recuerda Lolo Picardo.

A los 10 y 11 años ya le pedían que cantara "porque ya cantaba como un cantaor de 70 años". Fue allí donde un día un comerciante aficionado al flamenco, Ricardo Pachón, le encontró un día llorando desconsolado porque un extranjero se había caído encima de su guitarrita y la había destrozado.

Para consolarle, aquel comerciante le montó en su furgoneta camino de Algeciras, en un viaje que le unió al que años después sería el productor de los discos con los que Camarón de la Isla revolucionó el flamenco y se convirtió en una leyenda.

Esa es solo una de las mil anécdotas que se han vivido en este local, cuya historia ha dado incluso para un nuevo musical que acaba de estrenarse. 

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN