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Julián E. Ocaña: Arte y humanidad en los lienzos del pintor malagueño que venció al olvido

Un caballete, un autorretrato inconcluso, unos pinceles y una paleta dan la bienvenida a una exposición en las que lo humano y lo artístico se entremezclan...

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  • Exposición de Julián E. Ocaña 'De la mística al pincel'

“El arte es hacer vibrar a la gente aunque no sepa el porqué”. Un caballete, un autorretrato inconcluso, unos pinceles y una paleta dan la bienvenida a una de esas exposiciones en las que lo humano y lo artístico se entremezclan para cautivar el alma y las pupilas de quienes se adentren en ella. Hablamos de la muestra pictórica ‘De la mística al pincel’ que esta semana se ha inaugurado en las instalaciones municipales de la idílica Finca El Portón de Alhaurín de la Torre y que es más que un homenaje al pintor malagueño Julián Escalona Ocaña… es el pago de una deuda a cargo de una sociedad cada segundo más deshumanizada y más sumida en los entresijos de la materia siempre opaca que nos sumerge en el olvido.

Hablamos de la muestra pictórica ‘De la mística al pincel’ que esta semana se ha inaugurado en las instalaciones municipales de la idílica Finca El Portón de Alhaurín de la Torre y que es más que un homenaje al pintor malagueño Julián Escalona Ocaña, es el pago de una deuda a cargo de una sociedad

Olvido contra el que luchan los familiares de uno de los pintores más relevantes que ha dado Andalucía, ahora postrado en una cama en la que se desvanecen sus recuerdos, roídos por la feroz dentadura de la vejez. Pero el olvido olvida que el arte, el arte con mayúsculas, se desliza en el tiempo libre y sin miedo dejando una estela de gruesas pinceladass repletas de invencible memoria. El olvido lo olvida, pero los hijos de Ocaña lo han tenido presente y de ahí este homenaje en vida que busca, y logra, el doble objetivo de besar a la persona y de abrazar unas obras para devolverles el valor que se merecen.

 

En la parte personal, Julián E. Ocaña, tuvo que dejar a un lado su exitosa carrera pictórica para cumplir con el sentido expresionista de la misma, es decir, anteponer lo humano a lo superficial, rendir pleitesía a los sentimientos, arrancar el alma de la mísera deriva de lo cotidiano… y así estuvo durante cuarenta años al cuidado de su esposa… Un sacrificio que los hijos no olvidan aunque el olvido olvida el poder de lo humano. Y aunque buscó retomar la pasión por el arte y el pincel, la edad ya se le había calado en los huesos, dejando su regreso “en delirios” que se vencen ante la enfermedad. Delirios y deseos que hoy son una realidad por obra y gracia de unos hijos que no olvidan la grandeza de su padre.

“No es solo poner su obra en valor, es poner en valor la vida de mi padre, su calidad humana y artística, sus sacrificios, sus creaciones. Es un homenaje a un gran artista y a una gran persona”, nos explica Javier Escalona, hijo de este artista malagueño que lleva meses organizando la exposición que permanecerá abierta hasta enero de 2025.

No ha sido fácil, en el desván del pintor se acumulaban cientos de obras, algunas inacabadas, otras que se quedaron sin vender, otras que no convencieron al artista, otras escupiendo el polvo que se acumula en las esquinas del tiempo… pero todas maravillosas, todas extraordinarias, todas merecedoras de ser admiradas. “Hay que ser expresionista porque hay que ser humano, hay que exagerar el lado humano de la sociedad”…

Un caballete, un autorretrato inconcluso, unos pinceles y una paleta dan la bienvenida a una de esas exposiciones en las que lo humano y lo artístico se entremezclan para cautivar el alma y las pupilas de quienes se adentren en ella y por eso nos adentramos en ella para conocer la dimensión de la obra de este pintor malagueño.

La exposición se divide en varias temáticas, comenzando por la infancia de niños que juegan, de globos que se envuelven en mil colores, de inocencia, de alegre dinamismo… Tras ese espacio llega la humedad y el frío de Ámsterdam, los canales de Brujas, el París en el que se refugiaba la bohemia, el bullicio de Zúrich, la luz, el calor de África, cuadros que reflejan la juventud errante y viajera de un artista que conquistó cada lugar en el que estuvo…

Un pintor que regresaba a una Málaga que jamás dejó de ser parte de su equipaje… y así se refleja en las obras centradas en los motivos y tradiciones malagueños… Tras ellos llegamos a la sala del movimiento femenino, de la belleza de la danza, de la delicadeza de las bailarinas que se deslizan por los lienzos como si quieran darles vida. Vida que se abre paso entre sus cuadros florales, capaz de plasmar hasta el perfume con su paleta de colores.

La exposición nos dice adiós con una sala adjunta repleta de miradas, de labios, de poses, de almas capturadas para ser eternas gracias al virtuosismo de su arte… retratos de una profundidad humana pocas veces vista, retratos en una sala que preside la imagen del padre del artista, mirando hacia el infinito, jugando con el futuro.    

Y gracias a esta exposición, el olvido se siente derrotado por la obra inmortal de Julián E. Ocaña, quien  dedicó toda su vida a las artes plásticas. He aquí una pequeña biografía de este artista al que se le debe la memoria y que se ha ganado con cada una de sus pinceladas un rincón en el recuerdo.

Julián Escalona Ocaña, nacido en España, es un artista que desde temprana edad mostró un gran talento para el dibujo, logrando las mejores calificaciones en esta disciplina durante su etapa escolar. A los 15 años, ingresó en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Málaga, donde perfeccionó su técnica bajo la guía del profesor Juan Almagro.

A los 17 años, emprendió una aventura que lo llevó a Caracas, Venezuela, donde continuó sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes y participó en su primera exposición colectiva en el Museo Nacional de Arte de Caracas. Este evento marcó el inicio de una carrera internacional que lo llevaría a exponer en diversas partes del mundo.

En 1964 , tras una exitosa etapa en América, regresó a Europa y se instaló en París, logrando realizar su sueño de exponer en la capital francesa con el Grupo de Artistas Independientes . Durante su estancia en Francia, Ocaña perfeccionó su técnica, desarrolló un estilo propio que combina impresionismo y expresionismo, con un enfoque en transmitir emociones y humanidad.

De regreso a España, continuó su formación en anatomía y colorido en la prestigiosa Escuela de San Fernando de Madrid, bajo la tutela de Julio Moisés, famoso retratista. A lo largo de su vida, participó en numerosas exposiciones en Europa y América, y sus obras forman parte de importantes colecciones privadas en todo el mundo.

Ocaña no solo destacó por su dominio técnico, sino por su capacidad para reflejar el alma humana en sus retratos, paisajes y bocetos, invitando a los espectadores a soñar ya interpretar más allá de lo visible. A lo largo de su carrera, exhibió en prestigiosas galerías y espacios como el Castillo de Santa Clara, Marbella, el Hotel Don Carlos, y el Hotel Meliá Don Pepe, entre otros.

Y es que la obra de Ocaña trasciende el tiempo, capturando la esencia de una Málaga que resiste a los cambios y una visión del mundo impregnada de sensibilidad y espiritualidad.

 

 

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