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Lunes 29/04/2024  

Libro del corazón

Corazón sitiado por el exposoma (2ª parte)

Evidencias científicas recientes demostrando que la ansiedad y la depresión crónica constituyen factores de riesgo independientes de enfermedad coronaria

Publicado: 16/04/2024 ·
10:23
· Actualizado: 19/04/2024 · 17:22
  • Soledad. -
Autor

José Manuel Revuelta Soba

Catedrático de Cirugía y Profesor Emérito de la Universidad de Cantabria. Ex-Jefe de Cirugía Cardiovacular del Hospital Valdecilla de Santander

Libro del corazón

Descubriendo el interior del corazón humano, órgano maravilloso, fuente de vida e investigación de calidad

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La globalización, la creciente industrialización, el vertiginoso progreso de las telecomunicaciones y el imparable desarrollo tecnológico siguen su curso, sin que se preste la necesaria atención a sus posibles efectos nocivos sobre los seres humanos. Una de sus frecuentes consecuencias, el estrés psicosocial aparece como secuela de los continuos cambios y amenazas de las nuevas situaciones sociales que impactan seriamente sobrela salud física y/o mental de muchas personas.

Diversos grupos de investigación han puesto de manifiesto cómo el sistema cardiovascular puede verse afectado por ciertos factores psicológicos y modificaciones del estilo de vida; por ello, han sido incluidos en el denominado exposoma -factores de riesgo cardiovascular no tradicionales-.

La segundaparte de este artículo de divulgación científica está dedicada a estos factores que pueden alterar la salud mental-soledad, aislamiento social, ansiedad y estrés laboral-, así como algunas enfermedades infecciosas que van sitiando tanto la salud física como la mental, con repercusión directa sobre el corazón.

Sociedad silenciosa

El conocido investigador Dr. Steve Cole, director del UCLA Social Genomics Core Laboratory de Los Ángeles (Estados Unidos), pionero en la genómica de las conductas sociales, aclara que el aislamiento y la soledad son conceptos diferentes. El aislamiento social se percibe como la ausencia de relaciones sociales, mientras que la soledad es un sentimiento que puede ser subjetivo,ya que una persona puede estar sola y no sentir soledad, mientras otra puede padecerla estando rodeada de familiares y amigos.

Aparte de la presencia física, los seres humanos necesitamos relaciones sociales que proporcionen valor mutuo, confianza y actividades que promuevan la comunicación y colaboración hacia objetivos comunes. El aislamiento social y la soledad son fuentes habituales de estrés crónico a consecuencia de los cambios sociales y demográficos de la sociedad moderna, particularmente en las grandes urbes. La jubilación laboral y la edad avanzada se asocian con una reducción drástica de las interacciones sociales, periodo de relativa inactividad que va empeorando por la progresiva longevidad de la población, con el consiguiente incremento en las tasas de soledad.

Las personas con escasos contactos sociales que se sienten infelices tienen menor supervivencia. Esto puede sorprender, pero la investigación científica lo demuestra con datos estadísticamente significativos. La comprensión de estos factores de riesgo psicosociales y su repercusión directa sobre el organismo humano son menos conocidos que los factores de riesgo tradicionales (tabaquismo, obesidad, hiperlipidemia, diabetes tipo 2,…), por ello, suelen ser discutidos por algunos sectores de opinión especializada.

Una reciente revisión sistemática, constituida por un metaanálisis 16 estudios longitudinales prospectivos, realizada por el Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad de York (Reino Unido), encontró que la soledad y el aislamiento social se correlacionaron con un 29% de mayor riesgo de cardiopatía coronaria -angina de pecho e infarto de miocardio- y un 32% de mayor riesgo de padecer un ictus cerebral -accidente cerebrovascular-. Esta asociación fue comparable a la observada con la ansiedad y el estrés laboral, como factores de riesgo cardiovascular e hipertensión arterial. Estos sorprendentes hallazgos científicos ponen de relieve y refuerzan la evidencia existente entre el déficit de las conexiones sociales y la morbilidad de origen cardiovascular.

https://doi.org/10.1136/heartjnl-2015-308790

La sombra de la depresión

Existen evidencias científicas recientes demostrando que la ansiedad y la depresión crónica constituyen factores de riesgo independientes de enfermedad coronaria. Se ha observado que el estado de ánimo negativo crónico induce la aparición de la enfermedad cardiovascular. Las bases biológicas que sustentan esta relaciónse fundamentan en la activación de determinadas proteínas y moléculas con acciones inflamatorias sobre las células planas que tapizan el interior de las arterias -endotelio-, particularmente de las arteriascoronarias, aparte de diversos cambios inmunológicos y endocrinos propios de los estados depresivos crónicos.

Asimismo, la investigación científica ha puesto de relieve que los pacientes con depresión crónica tienen una mayor propensión a la activación plaquetaria, lo que induce la agregación y adherencia de las plaquetas en el interior de las arterias, lo que origina eventos tromboembólicos. Las delicadas arterias coronarias pueden verse afectadas por este fenómeno con la aparición de angina de pecho e infarto de miocardio. Estos pacientes depresivos suelen presentar también una excesiva activación del sistema inmunitario, con una acción desproporcionada de las células NK (del inglés, natural killer), linfocitos y otras células inmunitarias, así como la activación de algunas hormonas del estrés (cortisol, glucagón, etc.), la hormona adrenocorticotropa (ACTH) y catecolaminas (noradrenalina, dopamina) que inducen la aparición de la hipertensión arterial y espasmos -vasoconstricción- de las arterias coronarias.

Publicaciones científicas recientes describen los resultados de varios estudios clínicos demostrando que la insuficiencia cardiaca puede tener una relación causal en la aparición de la enfermedad depresiva en algunos pacientes, por existir determinadas áreas del cerebro -región temporal medial- que son especialmente vulnerables a la reducción del riego sanguíneo por déficit de la capacidad contráctil del corazón.

Estrés social

Cuando una persona sana experimenta una situación continua de ansiedad y tensión de origen laboral, familiar o social sufre lo que se denomina estrés social. Este estado anormal produce cierta sensación de pesadumbre por la activación cerebral de algunas hormonas que son liberadas principalmente por las glándulas adrenales, siendo el cortisol la mayor causante de estas sensaciones desagradables. Ante la aparición de una situación estresante el cerebro genera una serie de señales que viajan hasta las glándulas adrenales que comienzan a liberar grandes cantidades de cortisol “hormona del estrés”. El cortisol provoca la liberación de una gran cantidad de glucosa en la sangre para proveer de suficiente energía al organismo, en especial a los músculos que puedan moverse con rapidez y defenderse del estrés inmediato. Esta reacción defensiva es normal, siempre que no se perpetúe en el tiempo pues se convertiría en dañina para el organismo generando una resistencia a la insulina y obesidad.

Esta activación hormonal provoca una reacción en cadena, así el glucagón, hormona producida por el páncreas, es liberada en grandes cantidades, actuando sobre el metabolismo de los carbohidratos, lo que produce un desequilibrio hormonal e intestinal. Asimismo, las hormonal sexuales -estrógeno, progesterona y testosterona- se verán afectadas alterando sus acciones normales. Estas alteraciones de funcionamiento normal del delicado y complejo sistema hormonal humano llegan a afectar a los sistemas endocrino, gastrointestinal, inmunológico y cardiovascular, constituyendo un factor de riesgo de la obesidad, diabetes tipo 2, enfermedad coronaria e hipertensión arterial.

Enfermedades infecciosas

El estudio del exposoma humano ha puesto en evidencia la importancia de algunas infecciones como un novedoso factor de riesgo de las enfermedades cardiovasculares e ictus cerebral. Se ha demostrado que las infecciones respiratorias, periodontales, la contaminación por helicobacter pylori -causante de úlcera gástrica- y chlamydia pneumoniae -causante de neumonías y bronquitis- y, recientemente, la pandemia de COVID-19 pueden afectar de manera directa el corazón humano.

Existen evidencias científicas sobre la relación directa de la enfermedad periodontal, causada por la bacteria porphyromonagingivalis, con las enfermedades cardiovasculares. Esta bacteria, presente en la boca de las personas con periodontitis, ha sido hallada también dentro de las placas de ateroma de las arterias coronarias y de las extremidades inferiores. Cuando una carga significativa de estos microorganismos penetra en la circulación sanguínea se produce una respuesta inflamatoria -local y sistémica- que favorece la aparición de la aterosclerosis.

La infección directa del virus de la gripe sobre el delicado tapizado interior de las células endoteliales de las arterias -endotelio- induce la liberación de ciertas sustancias, como las citocinas, quimiocinas y moléculas apoptosis, que pueden acelerar la progresión de la aterosclerosis y la activación de la adhesión de las plaquetas produciendo coágulos, que conducen a un mayor riesgo de enfermedad de las arterias coronarias.

Recientemente, la infección por COVID-19 -coronavirus SARS-CoV-2-, a través de sus múltiples mecanismos conocidos, como la activación plaquetaria, estimulación sistémica mediada por lipopolisacáridos, inflamación y estrés oxidativo, ha incrementado la incidencia de la cardiopatía isquémica -enfermedad obstructiva de las arterias coronarias del corazón-. La conocida tormenta de citoquinas, producida por el organismo humano como reacción ante la infección por COVID-19, ocasiona una importante inflamación sistémica que puede desencadenar en serias manifestaciones cardíacas como miocarditis, arritmias, tromboembolismo, insuficiencia cardíaca o infarto de miocardio.

Se dispone de una valiosa información científica sobre las alteraciones en la composición microbiana intestinal-microbiota intestinal- y los niveles circulantes de metabolitos microbianos que se asocian directamente con las enfermedades cardiovasculares. Algunos metabolitos, procedentes de las bacterias intestinales derivadas de los aminoácidos aromáticos, se relacionan con los eventos cardiovasculares agudos -infarto de miocardio-. Es importante destacar que la exposición continua a determinados contaminantes ambientales -plaguicidas- puede alterar la composición y la diversidad del microbiota intestinal, con resultados adversos para la salud cardiovascular.

Estrategias de prevención

Estrés social     

  • Programas sanitarios de seguimiento médico y los dispositivos portátiles permiten evaluar y monitorizar la salud física y/o mental.
  • Necesidad de ampliar las estrategias de prevención del estrés familiar, laboral y social en general.
  • Desarrollo de intervenciones psicosociales dirigidas a mejorar la salud mental y la resiliencia.
  • Tratamientos psicológicos personalizados.
  • Intervenciones basadas en mindfulness o conciencia plena de la salud mental.

Enfermedades infecciosas        

  • Vacunas contra las infecciones de las vías respiratorias.
  • Mantener la salud dental con revisiones periódicas al odontólogo.
  • Equipo personal como mascarillas.
  • Lavado y secado de las manos con regularidad.
  • Saneamiento y limpieza de superficies de trabajo.
  • Cubrirse al toser y estornudar.
  • Limpieza y filtración del aire en establecimientos públicos.
  • Frecuentar la vida y actividad social.
  • Amigos alegres, son un tesoro.

Un mayor apoyo a la investigación sobre la salud física y mental, el análisis responsable de los modernos sistemas de comunicación sociales y, en general, de las relaciones familiares, laborales y sociales contribuirán sustancialmente a mejorar la prevención y el tratamiento de las enfermedades del corazón.

 

“¿Qué hay más grande que tener a alguien con quien te atrevas a hablar como contigo mismo?”

Marco Tulio Cicerón (106 a.C. – 43 a.C.) – Político y filósofo romano.

 

José Manuel Revuelta Soba

Catedrático de Cirugía y Profesor Emérito de la Universidad de Cantabria

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