La denuncia interpuesta ante el juzgado de Valverde y las declaraciones de antiguos trabajadores de Emed Tartessus corroboran que la empresa que pretende reabrir Minas de Riotinto hizo caso omiso a las advertencias de sus propios trabajadores para evitar unos vertidos de aguas ácidas que podrían haber alcanzado los 4,38 millones de metros cúbicos a lo largo de los últimos seis meses.
Un párrafo al completo de la denuncia penal por delito ecológico contra Emed Tartessus recoge que durante los últimos dos años antes de que llegaran las lluvias, Emed había recibido “información perentoria por parte de técnicos colegiados con experiencia en el manejo de presas” sobre la necesidad de realizar correcciones a una serie de deficiencias detectadas en las balsas.
Según la denuncia, la única posibilidad de que no se vertieran vertidos masivos a cauce público y a los terrenos colindantes, y que no entraran las balsas en situación de alto riesgo sería que el promedio de lluvias fuera similar al de 2008, aunque Emed “no procedió a las correcciones ni en el verano de 2008 ni en el de 2009”, por lo que las balsas no estaban preparadas cuando llegaron las precipitaciones, lo que provocó que se vertieran 4,38 millones de metros cúbicos de aguas ácidas a cauce público y a los terrenos colindantes.
La denuncia también recoge que se hizo “caso omiso a la recomendación de disponer de sistemas de neutralización de las aguas”, elemento recomendado para mitigar en la medida de lo posible los daños que ocasionaría si se produjeran los vertidos.
La versión de la denunciante, Zeitung, coincide con las declaraciones realizadas al Grupo Información por dos ex trabajadores de Emed Tartessus, empleados en las áreas de gerencia y mantenimiento de la unidad industrial de Minas de Riotinto. Ambos corroboran esta versión y aseguran que pusieron en conocimiento de los directivos de Emed en reiteradas ocasiones y con informes por escrito -a principios de 2008- las actuaciones y medidas que debían realizarse para el correcto funcionamiento de las balsas.
Este sistema cuenta con tres presas en las que se depositan los residuos de los materiales a los que se le ha extraído el cobre, mezcladas con agua e interconectadas entre sí mediante una serie de presillas, para que lleguen a la balsa de Gossan, que es la receptora, donde se ubica el fusible, que evita que salgan a cauce público. Además de las conducciones y bombas de filtraciones, el sistema cuenta con un canal perimetral de apoyo en la parte sur para limitar el caudal de las aguas.
Ambos trabajadores coinciden en denunciar la falta de planificación y de preparación de la dirección de Emed Tartessus, que recibió informes y alertas sobre las reparaciones que había que acometer en las balsas para subsanar sus desperfectos; la necesidad de sustituir determinadas conducciones y tuberías; el necesario mantenimiento y puesta a punto de las bombas de filtración que, reiteran, Emed decidió parar, especialmente la que denominan número 5, lo que ha derivado en vertidos de aguas ácidas a cauce público y a los terrenos colindantes.
Desmienten que, como dice Emed Tartessus, las “descargas” se produjeran porque se hayan registrado lluvias históricas cuando en 1995 el nivel de precipitaciones superó al del pasado invierno “y no ocurrió nada” puesto que entonces el mantenimiento de las presas estaba a cargo de la antigua SAL y eran profesionales experimentados en el ámbito de la minería.
Recuerdan que en 2007 se produjo un vertido de unos “miles de metros cúbicos” pero “fuertemente diluidos con aportes del agua del pantano de Campofrío” durante un par de días y se sancionó a Mantesur por delito ecológico, mientras que ahora se han estado vertiendo aguas ácidas durante varios meses.
Los precedentes de Harry Adams en Australia
La falta de planificación y la incorrecta toma de decisiones, como parece haber ocurrido en los vertidos de Minas de Riotinto, también fueron dos de las causas que se achacaron a una explosión en la navidad de 2003 en una mina de carbón propiedad de Gympie Gold en Australia, cuyo gerente era Harry (Aristides) Adams y que terminó con la quiebra de la empresa y su posterior venta, un año después.
Según las informaciones publicadas en su día en diferentes periódicos australianos, una tremenda explosión achacada a la combustión espontánea ocurrida en la Navidad de 2003 en la mina de carbón que Gympie Gold poseía en Southland, Australia, provocó la paralización de la actividad extractiva y la posterior quiebra de la empresa, vendida un año después.
Su director gerente era Harry Adams, el actual director general de Emed Tartessus, y un informe de la facultad de Ingeniería de la Universidad de Wollongong (A Review of Spontaneous Combustion Incidents, de B. Ham) concluye que, en los peores desastres relacionados con la combustión espontánea, “como factores comunes se incluyen una pobre planificación de la mina, la renuncia a reconocer la gravedad de la situación, la inadecuada información y la inadecuada formación de los tomadores de decisiones”.
La posterior salida de Harry Adams de Australia no le ha impedido volver a las antípodas para buscar financiación para el proyecto de reapertura de Minas de Riotinto el pasado mes de marzo, ya como director de Emed Tartessus.
La búsqueda de inversores podría estar relacionada con la situación financiera de Emed Mining, puesto que en 2009, según informó a la Bolsa de Londres, registró pérdidas de 9,56 millones de euros, a las que se acumulan 41,66 millones de otros ejercicios y sus acciones han bajado desde enero hasta hoy un 44%.