Días de Pasión onubense
Desde el Miércoles Santo al Viernes, pasando por la siempre sobrecogedora Madrugá y la emoción previa y sostenida del Jueves, los cofrades de Huelva han vivido con fervor los últimos días de su semana grande.
Todas las hermandades realizan su estación de penitencia acompañadas por el fervor de cientos de fieles
En la Madrugá, un año más, sobrecogimiento en las calles del centro
No ha defraudado. En absoluto. Las estampas hablan por sí solas. Gente aquí y allí, saetas y promesas. Bandas de música tronando marchas en cada esquina. Nazarenos enfilados por su fe. Cirios y estandartes. Olor a flores. Huelva en la calle. La Semana Santa en la calle. La fe hecha cotidianidad.
Miércoles Santo
Dos reinas en la calle el Miércoles Santo. La Esperanza y la Victoria. La Victoria y La Esperanza. Y una Hermandad, la del Prendimiento que, pese a su más joven creación, acogió en su Estación de Penitencia, del mismo modo, el amor y la admiración de los devotos.
La Esperanza recibía el aplauso de sus fieles en su salida a la calle que, desde tan sólo un día antes de su procesión, llevaba el nombre Padre Andivia y que, ahora, lleva el suyo. Cumplía 10 años de su Coronación, por lo que se hacía especial, de alguna forma, esta ocasión. Las tres horas que se adelantó su salida no alteraron el paso de la comitiva, ni en su salida, ni en la llegada, ni en su presencia en la Carrera Oficial.
La Victoria, que también adelantaba su salida en 30 minutos, salía a su barrio, El Polvorín, sin mucha dilación, con sus hermanos pensando en la Coronación que tendrá lugar en mayo de 2012. La multitud se repartía por esquinas y recovecos. No cabía nadie más, como siempre ocurre cuando la Reina de Huelva pisa su calle. Antes de Ella, Nuestro Padre Jesús de la Humildad salía maniatado del templo.
Finalmente, el Miércoles el Prendimiento volvió a salir poniendo en la calle su escena de dolor. Auspiciado por un día soleado y con la compañía de su barrio, el de El Carmen, el Señor salía en su paso alrededor de las 17.00 horas.
Jueves Santo
Los Judíos salían en procesión una vez pasadas las 20.00 horas. El Jueves Santo se vivía en la capital como antesala de la Madrugá, pero siendo el día en sí mismo uno de los centros fundamentales de la Semana Mayor. Nuestro Padre Jesús de las Cadenas ya fuera de La Merced, era arropado por un amplio número de fieles. Tras él, el Cristo de Jerusalén y el Buen Viaje aparecía bajo el dintel, seguido por Nuestra Señora de los Dolores.
Oración en el Huerto hacía también su recorrido procesional. Nuestro Señor en el Huerto y Nuestra Madre y Señora de los Dolores salían de la Parroquia de la Purísima Concepción para realizar un cortejo al modo que tienen acostumbrado, con prestancia y orden.
Finalmente, el Jueves salía La Buena Muerte. El luto hecho procesión salía desde la Iglesia Conventual de Santa María de Gracia, encaminando su recorrido hasta el centro de la ciudad. El Cristo de la Buena Muerte y la Virgen de la Consolación realizaron su recorrido, en un cortejo con el negro como color insignia, arropados por sus fieles, que fueron recibiéndoles allí por donde discurrían.
La Madrugá
La Misericordia y El Nazareno ponían alto el listón de la emoción con su presencia en las calles. La muerte de Cristo se vivía en el dolor de las imágenes de la primera de ellas, que desde Rábida recorrió la ciudad de madrugada acompañados por cien nazarenos.
El Nazareno, ayudado por el cirineo a portar la cruz, junto a la Virgen de la Amargura, realizó su Estación de Penitencia según lo establecido. A las 4.00 horas de la madrugada se ponía su paso a las puertas del templo, seguido del de la Virgen de la Amargura y San Juan.
Viernes Santo
Cuatro cofradías cerraban la agenda de los días centrales de la Semana de Pasión antes de que El Resucitado cerrara la Semana Mayor. La Fe, El Descendimiento, el Santo Entierro y La Soledad recogían el testigo de una Madrugá clásica, emotiva y sentida.
La Fe emocionaba a su barrio, Viaplana. Su Cristo y Nuestra Señora de la Caridad paseaban por sus calles el dolor de la talla de León Ortega. El Descendimiento, la última en salir desde la Parroquia de San Pedro, volvió a congregar en la plaza del mismo nombre y en el Paseo de Santa Fe a cientos de devotos. Tras el Señor, María Santísima de la Resignación salía, cerrando, ahora sí, las salidas procesionales de 2010 en San Pedro.
Santo Entierro, con sus tres pasos, el de Misterio, el de la Urna y el de la Virgen de la Soledad, sobrecogía al gentío que, en todo su recorrido, le siguió y esperó como cada año desde 1573, según rezan los documentos. El Silencio se echaba también a la calle. Su único paso, el de Nuestra Señora en su Soledad, era vivido con la fe y el amor a la que tienen acostumbrados sus hermanos.
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