Los curas antiguamente sacaban procesiones, que, aunque no eran magnas, por lo menos pedían que el cielo se desatara y soltara un poco de lluvia por Dios y la Virgen del Carmen. Se buscaba el milagro con verdadera pasión. Ahora no hay fe y nadie se toma la molestia de rezar, quizás porque da no sé qué decirle al cielo lo contrario de lo que se le pedía antes. Hemos pasado al polo opuesto del tirón. El verdín se está apoderando de las azoteas e incluso de nuestras partes íntimas. Las miles de obras que hay esparcidas por toda La Isla sufren otro nuevo frenazo con el retraso que de por sí llevaban. Los raíles del tranvía están extrañados y no saben dónde se han metido. Todos decían que el 2010 iba a ser un año señalado y llevaban más razón que un santo. Los más viejos del lugar mueven la cabeza, doblan las comisuras de los labios, sacuden las manos y se secan la cara diciendo que no recuerdan, desde que los parieron, un invierno tan metido en faena como éste.
En el manicomio hace ya un montón de tiempo que no salimos y de estar tantos días aquí dentro nos vamos a volver locos. El psiquiatra nos ha aconsejado que pensemos en el sol, en las praderas soleadas, en el verano y en cualquier cosa que esté seca, pero ni por esas. Para colmo, si pensamos en Écija, es peor, porque está prácticamente inundada. Encendemos el televisor y, aparte de Belén Esteban, no vemos más que cosas raras, noticias malas, casas anegadas, crisis por todos lados. La angustia nos come por dentro. Para consolarnos dicen que los pantanos se están llenando al cien por cien. Y digo yo que para qué queremos los pantanos llenos, si lo que sobra es agua. También dicen que la primavera va a ser muy buena y no piensan en que la primavera está ya ahí y han prometido lluvia hasta el mes de agosto. Los hombres del tiempo salen con cara de circunstancias todas las noches a decirnos que se espera otra semana calentita, pero dicen calentita por no decir lo que ya todos pensamos.
La única ventaja que le vamos a sacar a todo esto es que nos vamos a ahorrar tener que escuchar a los políticos hablando de la sequía y dándonos la paliza diariamente, pero por lo demás aquí lo único que está seco es el bolsillo de los españolitos. Y encima los políticos sin ponerse de acuerdo. Tenemos borrascas por todos los laterales. Algo nos están preparando y todos estamos con la mosca detrás de la oreja. Imagínense la cara de un enfermo de gravedad rodeado de médicos que se estén peleando entre ellos, porque uno dice con rotundidad que hay que suministrar tal medicina y el otro suelta que eso es un disparate y el de más allá mueve la cabeza y larga que con la medicina del otro el enfermo se nos va de las manos. ¿No sería conveniente que se pusieran primero de acuerdo de una santa vez y después fueran a hablar con el enfermo para tranquilizarlo y mandarle una única medicina eficaz? ¿Tan complicado es darle al enfermo alguna esperanza diciéndole simplemente que se sabe cuál es el camino a recorrer para que la criatura salga de la UCI? De lo que se deduce que quieren acabar volviendo loco al enfermo. Y de fondo en el hospital la lluvia pegando sin parar en los cristales. Para volverse majareta del todo.
